La Gaceta del Charro Negro/ La Tractorcita II

AutorGermán Dehesa

Quizá así sea mejor, pero me consta que los humanos hacemos tal o cual cosa, decimos ésta o aquella palabra y, ni de lejos, calculamos la resonancia, las consecuencias, los futuros que pueden provocar lo que hicimos o lo que dijimos. Ahí tienen a mi amigo Federico que, ante el magno espectáculo de la bienamada Hillary en su octavo mes de embarazo (a ratos parecía el Titanic y a ratos el iceberg que mandó a calacas al barco supuestamente insumergible). Todo fue verla para que Federico emitiera un consejo con carácter de irrechazable y perentorio: esa criatura va a necesitar "brazos" y ya es tiempo de buscarlos. Con la expresión "brazos", mi entrañable cuate define a esa mujer que estará cerca de nuestro hijo y que, en las artísticas ausencias de la madre biológica, funge como madre adoptiva. Sin tanto firulete, los tenochcas las llamamos "nanas" y conociéndolas he podido comprobar que sólo una entre mil mujeres tienen la paciencia, la generosidad, la amorosa disposición y los cálidos brazos para amar como propio al hijo ajeno. Esa es la infinita gracia y la agradecible virtud de la Tractor. Vivaracha, sonriente, dulce y disciplinaria a la vez, ha vivido con Sherlock Bucles un idilio que pronto cumplirá cinco años. Si falta Margarita, Andrés anda como la zarzamora, llora que llora por los rincones; si Andrés se ausenta, Margarita dice con voz quebrada que extraña al amor de su vida. Un Edipo diferido y no previsto en la literatura clásica. Si han pasado por una situación así, ya sabrán lo que ocurre cuando la nana anuncia que está embarazada: el organigrama doméstico se desquicia hasta quedar como el esquema operativo de la Conasupo (piensa un número). Con esa pena andamos, mijitos. La...

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