GACETA DEL CHARRO / El piojo y la pulga

AutorGermán Dehesa

Me avisan mis informantes que hoy es el simultáneo cumpleaños de Felipe Calderón y de Beatriz Paredes. Así de vengativa puede ser la vida. Como yo me considero cuatacho de ambos, no me crea ningún problema felicitarlos con toda la efusividad que esté a mi alcance en estos momentos de convalecencia que actualmente vivo. Me gustaría desearles que la pasen muy contentos rodeados de todos los suyos, pero bien me consta que cuando uno está rodeado de todos los suyos es imposible estar contento y más bien está uno aterrado. Así las cosas, lo único que puedo desearles es que pasen su cumpleaños como se les dé la gana. Si lo que quieren es escarbarse el ombligo o región aledaña, por mí escárbense lo que quieran, pues bien entiendo que no es mi asunto. Una de las más feas manías de nuestra sociedad no estriba tanto en desearle la felicidad al otro, sino en programarle esta virtual dicha y adornársela con lo que a nosotros nos gusta. En el fondo, lo que queremos es adueñarnos de la fiesta del otro. No será mi caso, yo felicito al piojo ciclista y a la pulga folclorista y les deseo que puedan celebrar con el mayor apego que puedan a su programa interior de festejos.

Pasando a otro punto, me llegan rumores que vienen desde el profundo San Ángel y entre esos rumores discierno una enérgica voz maternal que me intima a que le dé respuesta a la carta que Santiago Creel me envió, o a que calle para siempre. No sé qué contestar. La sólida educación pirograbada por mi madre en mi cerebro y en mi corazón me hace no difícil, sino imposible comportarme irrespetuosamente con una señora, con la excepción de la Gordillo a quien no considero señora, sino policía nipón o huachinango anfibio. Así es que, con todo el ceremonial barroco que la ocasión...

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