La Gaceta del Charro / Mujeres en expansión

AutorGermán Dehesa

Comienzo a entender que mis estudios acerca de las creencias, valores y actitudes de la mujer post-moderna hacen de mí un visionario y un pionero. Todo pionero está en constante riesgo de martirio. No quiero pecar de soberbio, pero soy el Luis Pasteur, el Galileo Montijo de los estudios feministas. Sin ir más lejos, ahí tienen mis recientes reflexiones en torno a la conflictiva relación entre la mujer de hoy y la acumulación calórica. Las amenazas y malos modos que he tenido que resistir no son para ser contados; baste con decir que me han obligado a hacer una pausa que refresca en favor de la paz doméstica y de mi integridad física. En lo que no puedo hacer pausa es en mi defensa del inalienable derecho que tenemos los machines a la equidad. Es por esto que hoy me ocupo de las cuestiones referentes al cada vez más amenazado espacio masculino.

Desde hace varios años me habitaba la sensación de que las cosas estaban mal y que empeoraban día a día. La plena constancia visual la tuve en mi reciente viaje a Madrid. Acabábamos de llegar al hotel y la Jaguara, no obstante que se encontraba en un cierto ánimo crepuscular, se dio a la tarea de deshacer maletas mientras yo apoyaba esta tarea desde mi cama. Llegado el momento, decidí colaborar de manera más activa y tomé mi cepillo de dientes y mi rastrillo de rasurar para ponerlos en su lugar. ¿Cuál lugar? Lo pueden creer o no, pero en el amplio lavabo del baño había una variedad tan exuberante de pomos, pomitos, aerosoles, cremas hidratantes, removedores de pergamino, planchadoras de pelo, pistolas secadoras, tubos de labios, pinturas de uñas, afeites y aromadas esencias, que no quedaba espacio para colocar un timbre postal. Caí en profunda estupefacción; no sabía ni qué decir ni cómo reaccionar. Ahí estaba yo hecho un baboso con mi rastrillo y mi cepillito con el rostro pasmado y los ojos ligeramente bizcos (la exacta cara que pone Bush cuando quiere mostrarse intenso). En esos segundos entendí que somos víctimas de una injusticia enorme. Cada vez hay menos lugar para el sector masculino en el mundo. A partir de que la mujer renunció al corsé, ha comenzado a derramarse por el mundo y a ocupar cuanto espacio disponible va encontrando. Si no me creen, revisen por favor los armarios y alacenas de su casa. Si...

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