La Gaceta del Charro / La minimarcha

AutorGermán Dehesa

Uno no puede andar por la vida diciendo que se llama Lorenzo de Firenze (equivalente masculino de Yeidckol Polevnsky) sin que los mulas mexicanos lo empleen de ludibrio, chacota y botaniux. Para mí, aquí comienza la explicación del sonadísimo fracaso de la convocatoria que lanzó Don Lorenzo para crear el Día Internacional del Hombre y para festejar la institución de ese día con una concurrida marcha. Yo ya he fracasado en muy diversas tareas que me he propuesto en la vida, pero -lo reconozco no sin envidia- jamás he tenido un fracaso tan absoluto y suntuoso como el de Don Lorenzo. Según me cuentan, el convocante esperaba a un mínimo de 100 mil personas en su varonil marcha. Tengo la impresión (diría Gutenberg) de que Don Lorenzo hizo cálculos excesivamente optimistas, porque a su marcha sólo asistieron 40 personas que, eso sí, avanzaron de manera ordenada y vibrante sobre el Zócalo portando unas pancartas bastante ruchis. Este resultado me lleva a concluir que a Don Lorenzo de Firenze lo tiraron de a loco, o dicho más sucintamente: no lo tomaron en serio. Para sacudir las excesivamente quietas aguas de esta Semana Santa, diré que yo sí me lo tomo en serio.

Paso a explicarme. Hasta donde yo veo, la relación hombre mujer y, más específicamente la relación mexicano mexicana, atraviesa una etapa novedosa, inédita, sorprendente. Me asombra la velocidad con la que mis paisanas han crecido en conocimiento, en alcances, en productividad, en cultura y en compromiso ciudadano. En principio, esto es digno de todo aplauso, pero ha traído algunas consecuencias no del todo gratas. Un primer conflicto surge de que los hombres, muchos de ellos, han quedado rebasados y se ven cada vez más enanos frente al crecimiento femenino. Es obvio que la solución a este desnivel no consiste en impedir que las mujeres crezcan, o en pretender confinarlas de nuevo en sus nichos tradicionales. Es el hombre el que tiene que crecer y ponerse a la altura de las nuevas mujeres. Esta es la verdadera marcha que tienen que emprender los mexicanos.

El problema no se agota aquí. Si tú, lectora querida, consideras que en el momento actual las mujeres son maravillosas per se y los hombres un enjambre de zánganos desconfiables, inconsistentes, solapados enemigos de las mujeres, criptopuñales, reyecitos arrogantes y materia...

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