La Gaceta del Charro / Micción imposible (1)

AutorGermán Dehesa

Yo no soy Carlos Ahumada. Esta grave falla ontológica limita enormemente la capacidad de desplazamiento internacional tanto mía como de mi familia. Si yo fuera Ahumada tendría a mi disposición varios pasaportes que me identificaran, por decir algo, como Joao de Pernambuco futbolista retirado oriundo de París, Coahuila; o como el Bachiller Sansón Carrasco nacido en Tacuarembó, pero naturalizado guerrerense. Estos y otros prodigios estuvieron al alcance de seres tan conspicuos como Raúl Salinas o el ya mencionado Ahumada. A ninguno de los dos me los imagino haciendo la cansina cola en la oficina de expedición de pasaportes en Villa Olímpica.

En todo esto pensaba la mañana de este miércoles en el profundo sur del DF. Todo era como de locos. Resulta que la Pequeña Carlos (a) Mariana tiene que transponer las fronteras de nuestro país por una razón de enorme peso: la invitaron a jugar futbol en Minneápolis (¡háganme el c. favor!). Como aún es menor de edad, la moconeta tiene que presentarse acompañada de sus padres para obtener ¡el refrendo! de su pasaporte. Me parece una grave injusticia que todavía no estén en curso los trámites para la canonización en vida de mi exposa (a) La Tatcher y de su Charro Negro que se presentó a este ritual maldormido, convaleciente de un conyugal y hasta ahora fallido intento de envenenamiento y con un enérgico diurético entre pecho y espalda. La cola ya era tumultuosa cuando llegamos. Un señor con traje azul recorría la cola, revisaba la documentación y sembraba el pánico. Nadie, salvo los que ya se habían formado por cuarta vez, llevaba todos los documentos. La Tatcher estaba oronda y tranquila (siempre está oronda y tranquila). Llegó el señor azul, revisó nuestros papeles y los dioses fallaron en nuestra contra: todo está bien, pero falta el acta de nacimiento de la señorita. La benévola Tatcher mutó en basilisco y repuso con inusual aspereza: ¡en el portal de Internet no dice que para el refrendo se necesite el acta de nacimiento! Y el azul: es que no está actualizado. ¿Es todavía el de tiempos de Plutarco Elías Calles?, pregunté yo, pero nadie me respondió. La Tatcher arrancó a su máxima velocidad (un kilómtero por hora) no sin darnos precisas instrucciones: ustedes no se salgan de la fila para que cuiden "el lugar". Vivir en México es deporte extremo. Señor, ¿me podría dar la solicitud para irla llenando...

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