La Gaceta del Charro / OC I

AutorGermán Dehesa

En la antigüedad, cuando Francia todavía no estaba plenamente unida, la gente común distinguía dos culturas que coexistían en ese territorio. Es curioso que su factor de diferenciación fuese el modo que empleaba cada una de ellas para decir "sí". En el sur decían "oc" y en el norte decían "oïl". Como es sabido, la historia quiso que los que decían oïl (el actual oui) prevalecieran sobre los que decían oc. Sin embargo, Occitania sigue existiendo y millones de seres siguen empleando en su vida diaria la lengua de oc. Hay algo todavía más importante: en el mundo existen actualmente millones de seres dispuestos a decir "sí"... Casi puedo escuchar a mis lectores: ¿qué le pasa a este cuate?... esto es lo malo de escribir borracho... se ve que la pre posada estuvo rudísima... se fue al Teletón a ver a Juan Gabriel y ya luego se perdió... ¡Basta!, no tolero más calumnias. Si prosiguen su lectura, verán que todo tiene una lógica implacable.

El asunto es que hace un frío de la fregada. El otro asunto es que en las calles de la ciudad hay miles de personas como tú o como yo o como nuestros hijos (o mejores) que, noche a noche, se están congelando. Pasar al lado de estos seres y mirar en otra dirección, o pensar que es un asunto que no nos concierne implica e impone la adquisición inmediata del título de "Ojéis" con especialidad en urbanismo. Como eso no está bien, por mis purititas pistolas y sin el menor vínculo partidista, doctrinario o confesional, he decidido poner en marcha urgente la "Operación Cobija" (desconocida internacionalmente por sus siglas en español OC que en provenzal quiere decir ¡sí!... ¿ah, verdad?).

El asunto es muy sencillo. Supuestamente nosotros estamos habitados por el espíritu navideño y experimentamos una irresistible urgencia de compartir y regalar. Bueno, pues ahora, por una cantidad que no rebasa los 70 pesos, tú y yo podremos regalarle una buena cobija a esa persona comida por el frío que te has topado en la calle. Cada paquete incluye el cobijón y cuatro libros que también cobijan mucho y que son cortesía de mi amigo El Gordo que ya se dio cuenta de que es igualito a Sadam Hussein en desgracia y necesita rehabilitar su imagen. De aquí, de mis suntuosas oficinas, saldremos todas las noches a repartir cobijas por la ciudad (¡esos son regalos y no...

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