GACETA DEL CHARRO / Un grito un poco fa (2)

AutorGermán Dehesa

Todos sabemos que El Grito de Dolores fue un campanazo cuya voz de bronce perduró por mucho, muchísimo tiempo. No fue sino hasta los tiempos de Juárez y sus muchachos que esta ceremonia pudo abarcar a todo México. Juárez, el Nigromante, Altamirano, Prieto; toda esta intrépida pandilla forjó la idea moderna de México. Así lo atestiguan dos libros muy hermosos: "Noticias del Imperio" de Fernando del Paso y "La Lejanía del Tesoro" de Paco Ignacio Taibo II. Leyéndolos se entiende lo difícil que nos fue parir a la Patria y la estúpida facilidad con la que están permitiendo que se diluya y se fugue aquellos mexicanos que ya tienen el alma colonizada y no paran de hablar del poderío norteamericano y de la "globalización". Olvidan quizá que a globeros nadie nos gana. En qué otra nación encontrarían a un Juanito, o a un villano de los Jumex. Sin alaridos, sin bravatas, simple y llanamente somos mexicanos.

La cena en Palacio. Llegaron los gorrones. Nos dieron pura comida en miniatura: sopecitos, pambacitos, tortitas variadas y todo esto sin cicaterías. Los dioses republicanos permitieron que me encontrara con un mesero que es mi mero cuaderno y él se encargó de darme una cantidad tal de antojitos hasta que se me inmovilizaron las pupilas. Dice Carballido: "A las fiestas del gobierno/acude rete harta gente/políticos, periodistas/y también gente decente". Hagan de cuenta. Éramos un abigarrado tropel que consumía antojitos hasta el delirio. ¡Alto el sope!, habrá gritado alguien en la cocina. Así pasamos a los postres mexicanos, al café y a la ritual despedida de nuestros exitosos anfitriones. En la calle, mientras esperábamos el auto, yo pensaba que estaba muy feliz de haber estado en una sobria fiesta republicana en Palacio Nacional y feliz de pertenecer a la nación mexicana.

Asuntos varios

Cumplió...

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