Gaceta del Charro / La grandeza mexicana

AutorGermán Dehesa

Varias veces, cada vez más esporádicamente, le he robado a lo chino este título al ilustre caballero Don Bernardo de Balbuena. Lo hago cada vez que me abruman la hermosura, o el espíritu, o la generosidad, la probidad, la buena honra de mi país. Es como un deslumbramiento que te invade cuerpo y alma, te deja sin habla y sin argumentos y con unas sosegadas ganas de llorar del puro gusto, de la pura felicidad de ser de aquí.

Te cuento, lectora lector querido, que hace unos minutos, mi espíritu divagaba por extrañas regiones y por diversos climas de ésos que, según el consenso mundial, pronto desaparecerán. Si me fuere permitido, diría yo que andaba en la pendeja que es una vasta y grata región que solemos habitar los aztecas durante una buena parte de nuestra jornada laboral. Los que andan ahí son facilísimos de localizar. Si estás, lector querido, en una oficina te bastará con desplegar la mirada para descubrir que el 80 por ciento de tus compañeros de trabajo están chupeteando una pluma Bic con la cabeza ligeramente hacia arriba y la mirada colocada en algún punto del infinito. Han dejado de ser humanos y son una especie de Chacmoles verticales, guardianes eternos del Anáhuac y fuertes candidatos a maravillas del mundo moderno. Lo que ocurre es que no están con nosotros, por un término variable de tiempo hemos perdido sintonía con Genaro Berumen que es nuestro compañero de trabajo y se sienta a dos escritorios de distancia. Por el momento no es Berumen, ni es Genaro; es un alma vagarosa que recorre con moroso placer la región ya mencionada. No es una buena terapia pegarles un grito ¡Berumeeen! para sacarlos de su pasmo; que de salir, sí salen, pero cómo salen. Hay veces que salen locos y les da por trabajar diario, o se creen Victoriano Huerta, o Armillita, o la Chula Prieto que, además de un enormísimo albur, era el nombre de una actriz que más o menos figuró en los años cincuenta.

Lo más terapéutico es que, salvo peligro de atropellamiento o de precipitación en alguna novedosa caverna urbana, nos...

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