Gaceta del Charro / Capeando el huracán

AutorGermán Dehesa

La noche del martes 21 de agosto, los televidentes vivimos la rara experiencia de mirar al arrojado Joaquín López Dóriga rifársela él solito contra el huracán Dean. Muy propiamente vestido para la ocasión con un largo capingón amarillo con capucha y todo y su logo de Televisa. Lucía también una cachucha azul que desapareció misteriosamente y la impresión general oscilaba entre capitán de un buque ballenero y vendedor de Emulsión de Scott. Cuando hay huracán, ésta es la única moda aceptable y no las patochadas del Presidente que puso del asco un finísimo traje que le acabamos de mandar hacer con un retacito que dejó Fox; todo esto sin contar los zapatos Florsheim nuevecitos que estrenó para ir a Canadá. En fin.

El caso es que López Dóriga, sin decirlo así, estaba a punto de ofrecernos un reportaje de gran fondo acerca de la experiencia de vivir literalmente en el ojo del huracán. Son las dos de la mañana aquí en Chetumal y el huracán todavía no llega con su inaudito poderío y Televisa ya está aquí para ofrecerles las imágenes de este meteoro. La verdad, la verdad, no fueron muchas imágenes porque, para acabarla de fregar, se fue la luz y a nosotros, en una nota absurdamente larga, lo que nos tocó ver fue un camellón, una palmera que se pandeaba, unos árboles que se remecían y a López Dóriga con cara de ¿dónde quedó mi cachucha? Y nos dieron las dos y las tres y las cuatro y las cinco y el viento y la lluvia arreciaban o disminuían, mientras don Joaquín le añadía crema a sus tacos: ésta es la crónica de una noche, de un inmenso hoyo de oscuridad, de una tensión que parece no terminar nunca. Corte para anunciar un nuevo jamón, un tequila casi milagroso y coches y coches y coches. La oscuridad prosigue, el huracán Dean está a punto de descargar toda su energía, toda su furia contra la ciudad de Chetumal. Ya sería hora de que amaneciera, pero al parecer no amanecerá nunca en esta noche donde el huracán Dean no permite el menor resquicio de luz. Ya amaneció y esta pálida luz nos permite comenzar a evaluar los daños: la palmera se pandeó...

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