Gaceta del Ángel / La maquinota

AutorGermán Dehesa

Exactamente hace seis años, durante la anterior contienda por la Presidencia, se puso de moda hablar con temor reverencial de "la maquinaria del PRI". La expresión se fue haciendo cada vez común y frecuentada conforme las preferencias electorales por Fox aumentaban. Los "conocedores" y los politólogos de academia o de café me decían: no te equivoques, amigo, el crecimiento de Fox es sólo aparente; lo que ocurre, mi buen, es que el PRI todavía no echa a andar su maquinaria a todo lo que da.

Los mexicanos que tengan el raro don de la memoria recordarán que, en el último tramo de aquella campaña, todos vivíamos con el terror de ser, en el debido momento, aplastados por la maquinota. Llegaron las elecciones, José Woldenberg salió a los medios y proclamó el triunfo de Vicente Fox y, a partir de ese desordenado y lacrimoso ritual funerario estilo Bonampak que esa misma noche presenciamos en el Auditorio Plutarco Elías Calles, los ciudadanos descubrimos que la tal "maquinaria" era una carcacha desvencijada, obsoleta y sin más utilidad que la de transportar, como en "El Guardagujas" de Arreola, hacia ninguna parte a un grupo de carcamales autoritarios, ladrones, criminales impunes y mañosos electorales, todos ellos obstinados en no cambiar, ni modernizar su transporte y continuar viviendo el fangoso sueño de que seguían siendo los meros Caifanes, los dueños "legítimos" de México, los exclusivos usufructuarios de la política. En su infinita soberbia, los conductores de la maquinota (imagínense al Tren Olivo, ése en el que hacían sus giras Alemán y Ruiz Cortínes) reconocieron de dientes para afuera que la modernización era inaplazable, pero en su fuero íntimo sabían que la tal modernización sería peligrosísima porque los borraría de un escenario democrático y hasta les pediría cuentas; pero además no hacía falta cambiar nada (si acaso, de corbatas) porque el error no había sido ni de ellos ni de la maquinaria; el error había sido de México y muy caro lo pagaría. Una vez decidido esto, le dieron un arrempujón a Dulce María Sauri y los reflectores...

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