Gabriel Zaid / Sindicatos

AutorGabriel Zaid

La importancia política de los sindicatos mexicanos viene de su origen histórico. Las grandes centrales obreras no surgieron desde abajo, sino desde el poder presidencial.

En el siglo XIX, los sindicatos empezaron como asociaciones de microempresarios (sastres, por ejemplo) que continuaban la tradición de los gremios medievales. Su organización era horizontal (como hoy los de una cámara industrial), a diferencia de las estructuras verticales de las centrales obreras.

La nueva militancia sindical llegó con los obreros especializados que trajeron las empresas extranjeras, como la Cananea Consolidated Copper Company. Pero pasar de los sindicatos de empresa al sindicalismo federal fue una creación política. Los generales golpistas Obregón y Calles necesitaban "correas de transmisión" civiles del poder presidencial: no militares, sino militantes (aunque golpeadoras, en caso necesario).

La operación fue coordinada por el famoso líder Luis Napoleón Morones, creador de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM): una central de escala soviética que llegó a tener dos millones de agremiados, cuando la población del país andaba por los 16 millones.

Calles premió a Morones integrándolo a su gabinete como secretario de Industria, Comercio y Trabajo (nada menos) de 1924 a 1928, un puesto que él mismo había tenido bajo el presidente Carranza. Ahí Morones inventó la política industrial que siguió vigente más de medio siglo: la industrialización protegida de la competencia exterior.

Cerrar la frontera a las importaciones fue políticamente genial. Llevó el "nacionalismo revolucionario" a la economía. Dio control al gobierno, mercados cautivos a la industria nacional y mejores salarios y prestaciones a los sindicatos. La Alianza Tripartita aceleró la industrialización a costa de los consumidores. Bajo el lema "Consuma lo que el país produce", tuvieron que resignarse a comprar productos más caros y menos buenos que los que ya no se podían importar.

Los sindicatos se volvieron otra especie de industria protegida por el gobierno, aunque Morones llegó a olvidarlo: creyó que se mandaba solo y aspiró a ser presidente de la república por su propia fuerza. Ahí terminó su carrera política. Pero la integración política del poder sindical no terminó. Todavía hoy, tantos años después de la apertura comercial, el proteccionismo sindical lastra el desarrollo del país. Los líderes viven protegidos de la...

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