Gabriel Zaid / Sexenios tontos

AutorGabriel Zaid

Porfirio Díaz y Álvaro Obregón inventaron el sexenio (en vez del cuatrienio) como una especie de anuncio de que sería su último período. No era creíble, y terminaron mal. Díaz tuvo que irse del país cuando empezaba su segundo sexenio (1911). Obregón fue asesinado antes de iniciar el suyo (1928).

Cárdenas fue el segundo presidente de sexenio completo (1934-1940) y, al retirarse, transformó la dictadura personal en dictadura de partido. La estabilidad resultante parecía renovar y mejorar la del Porfiriato, pero se llevó un par de sustos. Los crímenes de Díaz Ordaz (1968) y Echeverría (1971) fueron demasiado, hasta para el PRI. Los generales Díaz y Obregón se habían pasado de listos en sus sexenios fallidos. Los licenciados Díaz Ordaz, Echeverría y López Portillo se pasaron de autoritarios, pero terminaron los suyos, aunque pusieron en riesgo la estabilidad política y arruinaron la economía. Se desató una inflación que duró sexenios y el crecimiento económico del 6% anual nunca se recuperó.

Este sexenio (2012-2018) llegó anunciando que casi lo recuperaría (3.5% en el 2013 y 5% en el 2018), gracias a un gran economista que gobernaría como una especie de primer ministro. Fue muy bien recibido. El paquete de reformas que propuso tuvo un apoyo sorprendente en el Congreso, los medios, las encuestas y la opinión internacional. El dólar estaba a $13. Nadie se imaginó que así empezaba uno de los sexenios más tontos en la historia de México.

¿A quién se le ocurre enviar fuerzas armadas para verificar si los yates turísticos pagaban los 50 dólares del derecho de internación? ¿O enviar 130 policías y cámaras de televisión para la toma de un hospicio, en vez de enviar a un inspector, tocar la puerta y revisar si todo estaba en orden? ¿A quién se le ocurre declarar como "verdad histórica" una versión de los hechos de Ayotzinapa que sería desmentida? ¿O aceptar de un contratista de obras públicas la "Casa Blanca" y la de Malinalco, en condiciones sospechosamente favorables? También fue tonto anunciar una campaña contra la obesidad que se reducía a recaudar, gravando alimentos y refrescos azucarados. La mentira transparente tuvo un gran costo político, pero no sirvió para aprender. En el 2017, las explicaciones sobre el "gasolinazo" tropezaron en la misma piedra. El 88% de la población no las cree (CESOP).

Las relaciones con Estados Unidos han sido poco diplomáticas. En cuatro años...

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