Gabriel Zaid / Redistribuir

AutorGabriel Zaid

La revista The Economist (4 de junio 2016) dedicó cinco páginas a examinar la idea de un ingreso básico universal. La revista The New Yorker (20 de junio 2016) habló de apoyos a la idea, tanto de izquierda como de derecha.

La revista Plural, 43 años antes, cuando la dirigía Octavio Paz, lo propuso ("Repartir en efectivo", noviembre de 1973). Y se pueden dar buenas razones.

Redistribuir es justo. El producto nacional es obra de todos, y es natural que todos participen del resultado. Los incentivos y recompensas a la creatividad y los esfuerzos individuales deben complementarse con el reparto de una fracción del producto nacional entre todos los ciudadanos, por el mero hecho de serlo: como un dividendo a los socios de la sociedad.

La fracción debe ser pequeña, por razones políticas y prácticas.

La distribución debe ser transparente, sencilla y de poca administración. Para esto, lo mejor es el reparto en efectivo (no en especie) y la difusión gratuita de servicios telecomunicables.

Los servicios de salud y educativos cuestan mucho, sobre todo por la presencia física y la atención personal de médicos y maestros. Con ese modelo, es difícil llegar hasta los últimos rincones del país. Pero un servicio médico de consulta gratuita por teléfono sí puede ser universal. En lugares remotos, puede haber una enfermera local que pida instrucciones por su celular (y hasta transmita imágenes del paciente con datos como el pulso, la presión, la temperatura).

También la educación a distancia tiene muchas oportunidades por la web, modernizando la tradición de los cursos prácticos por correo (para el entrenamiento de enfermeras, cultivo de hortalizas, oficios de la construcción, clases de guitarra y hasta educación superior).

El reparto de dinero en efectivo sería complicado enviando cheques por correo o llevando billetes. Lo práctico es usar la credencial de elector como una especie de tarjeta de débito.

La mecánica del reparto puede ser muy sencilla. Se declara un dividendo social (digamos, de $5,000 por ciudadano empadronado) para el año en curso, cobrable en cualquiera de los bancos participantes, con la credencial de elector. Los bancos pasan la cuenta al fisco y le cobran una comisión. El fisco financia todo con un impuesto predial federal. Mejor aún: reduciendo el gasto en tonterías.

No hay que subestimar lo que se puede...

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