Gabriel Zaid / La inauguración de bosques

AutorGabriel Zaid

La desgracia de los bosques es que no se pueden inaugurar. Los proyectos públicos tienen que lucir en menos de cinco años; mejor aún, en dos, porque los ciclos políticos son de tres y seis años. Pero los proyectos forestales rebasan dos, tres, cuatro sexenios. Peor aún: no tienen un momento final que se preste a las cámaras, el listón, las tijeras, los aplausos, las caras de satisfacción.

En la lotería del poder, nadie sabe qué le tocará, si es que le toca algo. ¿Quién se va a tomar el trabajo de estudiar prioridades, proyectos, colaboradores, para estar preparado al tomar posesión? Durante la campaña, se estudian las prioridades que conviene anunciar: las que mejor se vendan; porque la única y verdadera prioridad es llegar al poder. Ya veremos, en caso de llegar.

Por eso, el primer año se pierde en tomar posesión, acomodar a los socios, amigos y parientes, medio enterarse, definir proyectos, atender bomberazos, periodicazos y demás. Para hacer algo, no quedan más que dos o cinco años, en el supuesto caso de seguir ahí. Pero nada lo garantiza. Maravillosamente, puede suceder que haya que dejar todo tirado, porque en la lotería sale un empleo mejor. También puede suceder, desgraciadamente, que haya que dejar todo tirado para irse a la casa. Lo realista es proponerse cosas de pronto lucimiento. A la hora de la verdad, las prioridades reales se definen por la coyuntura política, el presupuesto disponible y el potencial lucidor de cada proyecto a cortísimo plazo.

Hay muchas oportunidades y problemas del país que se pudren, porque no son de corto plazo. Nunca les falta atención estudiosa, ni solución simbólica en planes de largo plazo (forestales, educativos, urbanos, hidráulicos, energéticos, de comunicaciones y transportes) que avanzan en tres etapas. En la primera, producen aplausos (se anuncian a tambor batiente). En la segunda, tropiezan con la realidad. A pesar de lo cual (si no se ha ido el promotor, y se empeña en superar los obstáculos) producen algún avance (no, por supuesto, el anunciado). En la tercera (si corren al funcionario, o lo ascienden, o se le acaba el tiempo), producen bostezos. A nadie le interesa continuar los proyectos empezados por otros, algo muy poco lucidor. El nuevo ciclo empieza con nuevos proyectos, nuevos anuncios y nuevos aplausos.

Como si fuera poco, los bosques no están a la vista. Ni quién se entere de que aparecen o desaparecen. Lo llamativo es un desastre, como la inundación de Tabasco y Chiapas. Acudir...

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