Gabriel Zaid / Avances del sexenio

AutorGabriel Zaid

El sexenio de Fox puede verse frente al cambio deseable y posible, frente a lo que ofreció y frente al régimen anterior. La primera perspectiva tiene el inconveniente de que lo deseable y lo posible varían según las preferencias, imaginación y realismo de los que evalúan. Muchas cosas que parecen fáciles pueden ser difíciles. Muchas que parecen deseables pueden ser indeseables. En cambio, lo prometido es deuda: consta y debe exigirse. Si la sociedad acepta que los políticos tienen derecho a firmar cheques sin fondos, se vuelve una sociedad que no merece respeto.

Pero no hay que perder de vista el régimen anterior. Quedarse en la decepción lleva a un derrotismo que no se justifica. Hay que reconocer los cambios importantes, sobre todo los que no fueron simples mejoras.

  1. La destrucción de la monocracia, que redujo el poder presidencial frente al legislativo, el judicial y los estatales, es una hazaña histórica. Parecía un sueño, y se logró a un costo social muy bajo, si se compara con lo que costó destruir la monocracia de Porfirio Díaz.

  2. La puerta abierta a la transparencia del poder ha sido un cambio en el contrato social, una reforma del Estado que emancipa a los súbditos frente a las autoridades. Hace de unos y de otros conciudadanos, en posiciones transitoriamente distintas. Su manifestación más llamativa ha sido el escándalo, pero el escándalo ha mostrado algo más importante: un sentimiento de igualdad ciudadana. Nos escandaliza que abuses del poder como si fuera tuyo, porque no es tuyo. Te lo encargamos temporalmente, y tienes que rendirnos cuentas.

    Las leyes y reglamentos de transparencia son una devolución del poder secuestrado por los caciques y tecnócratas, que puede y debe hacerse efectiva. Su significado primordial es político, pero tiene un potencial inmenso en todos los aspectos de la administración pública. A la sombra del poder, no sólo hay abusos y corrupción, sino laberintos y métodos absurdos, trabajos y gastos innecesarios, irresponsabilidad, desperdicio, descuidos, ineptitud. La calidad de todo el sector público puede mejorar en sentido común, procedimientos, rapidez y costos, si de verdad se vuelve un sector público: un sector transparente. Hacen falta cursos para periodistas, investigadores, asociaciones, empresas y simples ciudadanos, que favorezcan la práctica de exigir transparencia, y la vuelvan irreversible. Todos los partidos aprobaron la legislación sin ver completamente sus implicaciones; y, ahora que se han...

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