Gabriel Jiménez Remus/ Queja de la selva negra

AutorGabriel Jiménez Remus

En Durban, Sudáfrica, patria del sistema segregacionista del "apartheid" -uno de los aherrojos del Siglo 20-, hace apenas una semana y en el recuadro de la "Tercera Conferencia contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y la Intolerancia", instituida por la Organización de las Naciones Unidas y en donde, por cierto, los países pobres estuvieron encarnados por el más alto nivel y los ricos remesaron actores secundarios, su Secretario General Kofi Annan, en el discurso inaugural, rindió homenaje a los pueblos que fueron exterminados por sus colonizadores y sufrieron la esclavitud, y se manifestó partidario a que los antiguos pueblos colonialistas hicieran un acto público de arrepentimiento y pidieran perdón. Fue una queja de la selva negra.

Hasta donde yo recuerdo, en los últimos años, con el fin de la Guerra Fría, Occidente no ha tenido reparos en pedir perdón por algunas atrocidades cometidas a lo largo de la historia. Para ejemplos: la Reina Isabel II de Inglaterra hizo un acto de contrición por la matanza de Amritsar, cuando los británicos dispararon sobre una manifestación de ciudadanos hindúes y causaron cientos de muertos. Luego, el Primer Ministro Tony Blair pidió disculpas a los irlandeses por la "hambruna de la patata", que en 1,846 provocó la muerte de un millón de personas y la emigración de otro millón. El Presidente Jacques Chirac mostró su arrepentimiento en nombre de toda Francia por el antisemitismo criminal del régimen de Vicky. Alemania ha pedido perdón y ha pagado indemnizaciones por las barbaridades del nazismo. Las Iglesias de Inglaterra, en forma ecuménica, pidieron perdón por la esclavitud, las cruzadas, la quema de protestantes por parte católica y el desmembramiento de católicos a manos protestantes. La Iglesia católica, por voz de Juan Pablo II, también entonó su mea culpa por la Inquisición, por la condena a Galileo y por el saqueo desastroso de Constantinopla en la cuarta cruzada.

Yo pienso que sería bueno que las naciones occidentales reconocieran una de las páginas más vergonzosas de su historia y pidieran perdón público por la cacería de esclavos en Africa y su transportación, durante tres siglos y hasta ya muy avanzado el Siglo 19, a la naciente América. Me parece muy bien. Unamuno dijo que la última y definitiva justicia es el perdón. A lo mejor lo hacen, porque las disculpas son más baratas que las indemnizaciones o compensaciones que...

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