Gabriel Jiménez Remus/ Más allá de las verjas

AutorGabriel Jiménez Remus

Precisamente hoy en Barcelona se inicia la Cumbre de la Unión Europea. Barcelona será, por tanto y hasta el próximo domingo, capital española de Europa. Todo apunta a pensar que será un éxito; incluso a pesar de las convocatorias de los grupos violentos radicales antiglobalizadores. La elección de Barcelona como lugar del primer gran encuentro de la presidencia española de la Unión Europea, fue un acto de justicia por el destacadísimo papel de la gran capital española del Mediterráneo. Como ya es indispensable en estas reuniones morrocotudas, el formidable dispositivo de seguridad cuenta con la participación activa de las Fuerzas Armadas. Un avión súper moderno de la OTAN custodiará el espacio aéreo de España.

El éxito de la Cumbre de Barcelona pasa por obtener acuerdos en la mesa de negociaciones. Será complejo, por ejemplo, convencer a Francia de la necesidad de liberalizar a plazo breve el mercado energético, entre otras cosas, porque los representantes galos viven hoy volcados en sí mismos, más preocupados por la marcha de su campaña presidencial, y resultará difícil que secunden la adopción de cualquier compromiso que pueda luego ser causa de debate o discrepancia en la política nacional francesa.

Pero hay otros temas, de no menos envergadura, que no han sacado la cabeza en otras cumbres anteriores, como son el pleno empleo, la libre circulación de trabajadores, la armonización fiscal y el futuro de la política agraria común ante la ampliación de la Unión Europea. No hace falta decirlo, porque callado está dicho, que después de la crisis económica, del criminal e inesperado ataque del 11 de septiembre y de los choques comerciales con Estados Unidos, es cada vez más evidente que sólo desde la integración real de los mercados de cada Estado en uno solo, fiscal y legalmente homogéneo, se creará una Unión Europea fuerte y competitiva. En Barcelona esperan triunfar quienes no pudieron hacerlo en otras cumbres. Pero una cosa sí nos debe de quedar clara en el horizonte de los pronósticos y de las apuestas: los europeos han dado ya el ejemplo con la adopción del euro y ahora les corresponde a sus representantes políticos actuar con igual ilusión y valorar su esfuerzo. Nada más, pero nada menos.

Bueno, como quiera que sea, en Barcelona se debatirán asuntos que de uno u otro modo afectan a la vida cotidiana de 300 millones de ciudadanos europeos, pero el devenir evolutivo de la sociedad europea supera las directrices de Bruselas y conforma algo...

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