Los sueños de fuga (III)

Son muchas las maneras en las que un preso puede desaparecer en la cárcel.

Puede ser "picado" por sus propios compañeros o "corbateado" (colgado) con su cinturón.

Pero cuando "el Mesié", padrino que gustaba de llenar el bolsillo de los custodios, no regresó de su diligencia médica, nadie pensó en una tragedia sino, por el contrario, dimos por hecho que se había escapado.

Los intentos de fuga son cosa de todos los días, aunque sólo sea en la mente de los reclusos. Las largas horas de vagancia frente a las rejas y bardas son la ocasión ideal para fantasear con túneles o helicópteros, pero la verdad es que es mucho más fácil salir por la puerta.

Si se tiene una relación de confianza con las autoridades o los custodios es sólo cuestión de tiempo hablar del tema. Y la confianza, los padrinos lo saben bien, se gana con cercanía y atenciones.

Hay presos, como el "JC", que recibía a sus abogados en la propia oficina del director, que se salía para dejarlos hablar a solas. Eso es confianza.

Hay otros, como un colombiano que ya está libre, que cenaba todas las noches con el comandante, ya fuera en su oficina o, de plano, en alguna cantina cercana. Eso también es confianza.

Sin embargo, no todos consiguen esa confianza. Hay quien, por ejemplo, compró el permiso para hacer pan para los reclusos. En realidad, la panadería era una fachada para hacer un túnel para escapar por debajo de las bardas. Cuando iban a la mitad de la excavación, los descubrieron y los trasladaron a otros reclusorios. Es lo peor que te puede pasar.

Si tienes 25, 30, 40, 50 años de condena ¿qué puedes perder en un intento de fuga? Muchos se la juegan. No hay sueño más grande, ni voz más dulce que la de alguien poderoso que te ofrezca sacarte de aquí.

A cambio, juras amor, fidelidad, obediencia eterna, lo que sea con tal de que te saquen. Y así se van formando los ejércitos de mercenarios que han prometido su vida a quienes los sacaron de la cárcel. No hay compromiso mayor.

Se crean lealtades a muerte. En el micro-universo que es la prisión, en el que la vida está en juego de manera cotidiana, las relaciones personales y de grupo adquieren un valor extremo: un favor se agradece con la vida, que te saquen de aquí se paga a costa de lo que sea.

Es una obligación casi religiosa. Además, te dan un empleo y te pagan.

Los candidatos a enrolarse son miles. La dependencia de la droga, el encanto del dinero fácil, la fama de los capos, la ignorancia extrema, la absoluta carencia de valores...

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