Fuente de la juventud

AutorFlorencia Podestá

Aunque no tan conocidas como las nieves de Michoacán, las aguas de este estado son su verdadero tesoro. Los balnearios, en general, y los de aguas termales en particular, se remontan a una tradición que se origina en los tiempos prehispánicos.

En las aguas sagradas y curativas, los reyes y gobernantes de la cultura purépecha practicaban rituales de purificación, aliviaban sus problemas de salud, tomaban decisiones importantes y gozaban de tertulias sociales. El mismo uso, seguramente un poco más profano, es el que le dan los michoacanos contemporáneos y los visitantes afortunados que descubren el secreto.

Michoacán es uno de los estados más verdes y con mayor cantidad de espejos de agua. En abundancia de aguas termales, se ubica en segundo lugar en el país, sólo después de Morelos: incluyendo los balnearios organizados y los agrestes, existen más de 400 manantiales termominerales en la franja norte del estado.

Uno de ellos, acaso de entre los más paradisiacos del país, es el balneario de Agua Blanca, Jungapeo, a sólo 2 horas de distancia del DF. Este lugar que todavía mantiene un perfil bajo es para muchos un secreto recientemente descubierto.

En este municipio nace la Ruta de la Salud, caudalosa franja de manantiales que va del límite oriental de Michoacán hasta el extremo noroeste de la Ciénaga de Chapala, Jalisco.

Michoacán alpino

Para llegar a Agua Blanca nos dirigimos hacia Zitácuaro, en el oriente de Michoacán, muy cerca de los santuarios de la mariposa monarca, donde comienza una región subtropical. Algunos expertos cuentan a este sitio entre los cuatro mejores del mundo en cuanto al clima para la vida humana, ya que es perfectamente templado, y con un equilibrio justo entre humedad y sequedad.

Tomamos la desviación a Jungapeo y descendemos hacia el valle del río Tuxpan. La vegetación pasa de ser un bosque de coníferas a un bosque templado, que más parece una selva, lleno de lianas, enredaderas, flores silvestres y mariposas.

En el trayecto visitamos el mítico Hotel-balneario San José Purúa, rodeado de vegetación exuberante. Construido en 1940 a todo lujo, fue el escenario de relax elegido por la élite de artistas, políticos y bohemios nacionales e internacionales.

Se dice, por ejemplo, que Luis Buñuel pasaba largas temporadas allí escribiendo los guiones de sus películas, y aunque el hotel lleva dos décadas planeando su reapertura, el balneario termal sigue funcionando.

Finalmente la terracería acaba en un antiguo caminito empedrado...

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