Entre fuego y pánico (I)

México, DF.- Hacía suficiente calor para dormir en cubierta.

En el puerto de Mazatlán, Sinaloa, la gente comenzó a extender sus cobijas y bolsas de dormir en la superficie del "Maya", un buque auxiliar de transporte que la Secretaría de Marina adquirió en 1988, pero que fue construido en la década de los 40.

Quienes no alcanzaron a acomodarse en cubierta, lo hicieron en las bodegas que almacenaban los víveres que serían trasladados hasta la colonia penal de las Islas Marías.

A bordo del "Maya" viajaban 79 familiares de los presos cautivos en las Islas Marías, 10 misioneros y 30 marinos.

'¡hay tambos de gasolina!' Un intenso calor en la bodega donde dormía Francisco, de 10 años, lo despertó pasadas las 3 de la mañana.

Notó que su hermanita, que estaba descalza, sentía que se quemaba al poner sus pies sobre el piso. El tintineo de un par de campanas y la luz roja que emitía una sirena despertaron a la gente que yacía dormida en cubierta y en las bodegas.

En ese momento, lo único que se podía ver era una moderada nube de humo saliendo de las calderas del barco.

Del camarote del capitán, salió una llama de 6 metros de altura, que rápidamente empezó a quemar el mástil del barco, que parecía derretirse como chocolate sobre la cubierta del "Maya".

Al ver que los marinos usaban los extintores y que éstos, en lugar de apagar el fuego, generaban más humo que no los dejaba respirar, la gente comenzó a entrar en pánico.

Los 48 metros de longitud del "Maya" parecían ser un espacio reducido para la rápida expansión del fuego. Los pasajeros se replegaron en la parte posterior del buque, donde al parecer estarían más seguros.

"¡Traemos tambos de gasolina y diesel!", gritó uno de los pasajeros que se encontraba cerca de los contenedores, precisamente en la parte posterior del barco.

En efecto, "El Maya" iba cargado con 60 tambos de combustible, que serían utilizados para alimentar las lanchas y camiones de las Islas Marías.

Mientras los marinos se concentraron en tirar al mar los tambos de gasolina y de diesel, dieron la instrucción a los pasajeros de mantener la calma y ponerse los chalecos salvavidas.

Al mar fueron lanzados varios "cacahuates", unos bultos que al abrirse sueltan una lancha de rescate inflable, que está amarrada de un cordón al buque.

La instrucción de los marinos era aventarse al agua desde los barandales más bajos de la embarcación, a 8 metros sobre el nivel del mar.

Entre las llamas La primera en aventarse al agua fue Ximena, una...

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