El orejón de las frutas

AutorCarlos Borboa

Aterciopelado, aromático y dulce, el chabacano se cuenta entre las frutas frescas de mayor valor gastronómico, apreciadas por su sabor meloso y versatilidad de uso.

Originario de Asia Central, el también llamado damasco o albaricoque, es una drupa -fruta de un solo hueso- similar al durazno, aunque más pequeña.

Su pulpa es anaranjada y su piel amarillenta, manchada algunas veces con pequeños puntos rojizos.

La fruta tradicionalmente se consume fresca, aunque también se cuece en almíbar para acompañar tartas, pasteles y otros postres.

La pulpa madura resulta perfecta para elaborar mermeladas y jaleas aromáticas.

En mercados y centros de abasto también se suele encontrar este fruto deshidratado, bajo el nombre de orejón.

A México los chabacanos llegaron de la mano de los conquistadores españoles.

De acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), en la actualidad se cultivan más de 20 variedades diferentes de chabacanos a lo largo de la República.

Durante su plena temporada, mayo y junio, es posible hallar los frutos frescos en tianguis y centros de abasto; sin embargo, en localidades y pueblos al interior del País aún pueden encontrarse colgando de árboles sembrados en casas y huertas particulares.

En trozos gruesos es posible añadir los chabacanos frescos a ensaladas, mezclas frutales y hasta picadillos de carne o cremas frías.

En conserva, los chabacanos permiten dar sabor a gelatinas, natillas, compotas y todo tipo de tartas y bocadillos dulces.

Como cualquier otra fruta de...

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