Froylán M. López Narváez / ¡Qui'ubo, mi reina!

AutorFroylán M. López Narváez

La reunión de la Cumbre de la Unidad de América Latina y El Caribe propició encuentros y desapegos que, a su vez, auspiciaron euforias y desdenes, menosprecios e ilusiones, de quienes no tienen acceso ni poderes para influir en los juegos de presidencias y cancillerías. Sorprendió e irritó a unos cuantos estudiosos y "analistas" de los vaivenes de la política externa.

Destacó también la exclusión de Honduras, de su gobierno derivado de un atraco golpista, impelido por un intento fallido de su presidente depuesto y humillado por sus adversarios locales y foráneos.

Pero el meollo de las sesiones se incubó en la trama de una nueva organización de latinoamericanos y caribeños, con la ausencia y distanciamiento directos de los fortachones actuales, anglosajones, pero con creciente presencia e influjo de latinoamericanos, Estados Unidos de América y Canadá. Se firmó un documento comprometedor de inicio sin que se pueda calcular su destino y eficacia.

Hubo sainete con las querellas e imputaciones mutuas entre Hugo Chávez y Álvaro Uribe, menesterosos, ambiciosos, de permanencia en los poderes eminentes de sus países. Se increparon, pero hubieron de haber convenido una pacificación, por lo menos en Cancún. El colombiano retó al venezolano: "Sea varón y quédese a discutir", dícese que reclamó Uribe a Chávez, una vez que éste, irritado, actuó como si fuese a abandonar la sesión.

Ayer, con el regocijo derivado del consenso, por aclamación, se firmó la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe. Escépticos crónicos, expertos y desconfiados, no ven que esta comunidad pueda salvar, pronto o nunca, escollos, burocracias y diferencias. No han advertido las vicisitudes de cuerpos de ese tipo, como la Comunidad Europea, que anda a la baja y con broncas congénitas, constantes.

Papelitos más, papelotes menos, entusiasmos efímeros o prolongados, retóricas de ocasión o tramas sigilosas, el caso es que junto con otras organizaciones distantes de los hegemónicos del profundo norte del continente americano, como el Grupo de Río y la Cumbre de América Latina y el Caribe, Calderón sugirió sustituir esas corporaciones con la reciente que han fincado en la región caribeña de México.

Estrepitoso, Chávez apuntó a una obsolescencia ya insufrible en la estimación de los poderosos socios de los poderes públicos al aludir a Isabel II de Inglaterra. Con expresa solidaridad con el gobierno de Argentina, Hugo Chávez ya no trató a la millonaria inglesa con...

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