Froylán M. López Narváez / Represión I

AutorFroylán M. López Narváez

Personas respetadas y admiradas, como la señora Rosario Ibarra y el maestro Francisco Toledo, han denunciado desde varios días la arbitrariedad, ilegalidad y saña con la que se han aprehendido, encarcelado y expulsado a decenas de personas vinculadas, real o presuntamente, con la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca. La detención de los hermanos Flavio y Horacio Sosa, agrava la represión en Oaxaca.

Se ha apuntado aquí mismo que la protesta radical y continuada de los enemigos actuales de Ulises Ruiz -en otros gobiernos y tiempos han sido socios y cómplices de trastupijes de beneficio mutuo- llegó a extremos de revuelta, de damnificación de intereses sociales ajenos a la pugna. Los estragos turísticos, mercantiles y escolares fueron abundantes y prolongados. Existen documentos audiovisuales, gráficos y testimoniales que serán usados para inculpar y sancionar a los appistas sometidos.

El gobernador Ruiz Ortiz fue execrado y condenado por sus opositores en la región. La equívoca opinión pública, regional y nacional, ha considerado necesaria, conveniente y justa su salida, por la vía de la licencia, la renuncia o dictamen legislativo o judicial del tozudo político, heredero de los antiguos cacicazgos oaxaqueños. El infeliz desgobierno del foxiato se las arregló para no estropear presuntos arreglos con los remanentes del priato en vísperas y secuelas de las elecciones federales.

Se ha advertido la garra femenina del SNTE, la incrustación de guerrillas, las injerencias de ex gobernadores, la intervención de los negociantes con las bellezas atávicas de la lastrada y delicada entidad sureña. El clero local ofreció sus buenos y estériles oficios para la pacificación y el concordismo entre rivales. Todo fue inútil en mucho: más de una docena de muertos y otras más de desaparecidos y secuestrados, se habla de centenares de aprehendidos. Las luchas fueron cruentas e indiferentes a los daños a quienes no estaban inmiscuidos directamente en el oprobioso y confuso pleito. Nada ha sido resuelto de fondo. El cruzado Carlos Abascal se hizo el loco, trató de negociar, prohijó gran "mochada" a los iniciadores e instigadores primeros del mitote, la sección 22 del SNTE, quienes ni tardos ni perezosos, pero sí gananciosos, ahora se marginan más y dejan a su suerte a sus circunstanciales compañeros de viaje.

Se ha repetido, hasta el momento, la aventura conocida de intransigentes que aseguran que su empresa es liberadora y sin término, hasta que no "cayese"...

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