Frontera Invisible / Los muros reales y los imaginados

AutorSergio Muñoz Bata

Hay por supuesto una corriente conservadora, mayormente republicana, que se esmera por dar esa impresión.

Gente como James Sensenbrenner, el representante por Wisconsin y autor de uno de los proyectos de ley más restrictivos e impensados en la historia del Congreso norteamericano, o Jeff Sessions, el senador por Alabama que parece no haber entendido el significado del Muro de Berlín y dice estar convencido de que una buena cerca hace buenos vecinos.

También es cierto que las propuestas para construir muros reales e imaginados han tenido cierto auge últimamente. Lo importante en todo caso sería que en el debate en el Senado, los moderados de ambos partidos van ganando la batalla.

Habría que reconocer, sin embargo, que las fuerzas oscurantistas se anotaron una victoria al aprobarse una enmienda que designaría al idioma inglés como la "lengua nacional".

Aunque la posible oficialización de la lengua no eximiría al gobierno de proveer materiales, como balotas de votación o información sobre servicios de emergencia, en otros idiomas.

Otra de las enmiendas propuestas simplemente declararía que el inglés es "la lengua común y unificadora del país y tampoco afectaría ninguno de los "derechos existentes", es decir la publicación de materiales necesarios en otros idiomas.

Cuál de las dos enmiendas será incorporada a la ley, si es que el Senado logra aprobar su proyecto de ley, dependerá de la compaginación en conferencia con el proyecto de ley que ya aprobó la Cámara Baja.

Para medir la inutilidad de la enmienda propuesta por el senador republicano por Oklahoma James Inhofe bastaría con enfrentarla a su propio pasado, pues el debate sobre la oficialización del inglés es viejo.

A la fecha hay 27 estados de la Unión que han declarado al inglés como la lengua oficial y a pesar de ello en Estados Unidos hay 47 millones de personas que en su casa hablan un idioma que no es el inglés.

Lo evidente es que el horizonte económico de quienes no hablan inglés es muy limitado y esto, lo aprenden en carne propia y primero que nadie los inmigrantes.

Lo irritante es que los tartufos de la lengua ignoren o pretendan ignorar que aún cuando la primera generación de inmigrantes no hable bien el inglés, para la tercera generación es raro encontrar descendientes que sigan hablando la lengua de los abuelos.

A pesar de la retórica alarmista, la asimilación de los hispanohablantes no es muy diferente a la de otros inmigrantes que llegaron a Estados Unidos hablando...

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