Frontera Invisible / Historia de una frustración histórica

AutorSergio Muñoz Bata

Y si algo transpira en el resultado de la reciente elección congresional en Estados Unidos es el altísimo sentimiento de frustración que hoy prevalece en el ánimo de los votantes.

Según la mayoría de las encuestas de salida levantadas el día de la elección los votantes que optaron por el cambio lo hicieron porque están insatisfechos, en este orden, con el desempeño de la economía; están frustrados con las perspectivas de la guerra en Irak; la insistente amenaza de un inminente ataque terrorista los ha hecho inseguros; y están tan confundidos con el asunto de la migración que los votantes que apoyaron severas medidas anti-inmigrantes opinan que a los indocumentados debería dárseles la oportunidad de legalizar su situación.

Más allá de las especulaciones iniciales respecto al significado del cambio en la relación entre Estados Unidos y América Latina, cualquier análisis riguroso de las nuevas realidades debería partir del reconocimiento de que por lo menos tres de los cuatro grandes temas que recién movilizaron a los norteamericanos a votar por el cambio forman parte integral de la agenda con Estados Unidos: la percepción negativa del estado de la economía; la sensación de inseguridad nacional prevaleciente y la frustración por el fracaso de la política migratoria del país.

A pesar del razonable desempeño de la economía nacional en los últimos años y de sus perspectivas de crecimiento continuado, hoy la clase media norteamericana culpa a la globalización, a los tratados de libre comercio y a los inmigrantes de lo que percibe como un frustrante estancamiento en su movilidad económica.

Y es precisamente esta percepción la que ha impulsado el resurgimiento del nacionalismo económico que en la década de los 80's encontró en Richard Gephardt a su mejor representante en la Cámara Baja.

Hoy, contando con el apoyo de gente como el presentador de noticias de CNN Lou Dobbs, enemigo jurado de los inmigrantes, los tratados de libre comercio y la globalización, una nueva generación de demócratas imbuidos de un nacionalismo económico acendrado ha salido triunfante en estados como Ohio, Indiana, Iowa, Carolina del Norte, Wisconsin, Virginia y Missouri y su triunfo preconiza un futuro globalifóbico, anti libre comercio y anti inmigrante.

En lo que respecta a la inmigración, lo menos que se puede decir es que las señales que mandó el electorado son contradictorias. Tal fue el caso en estados fronterizos como Arizona donde el desbordado flujo migratorio ha...

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