Frontera Invisible / Fomentando el desgobierno

AutorSergio Muñoz Bata

Este domingo, por séptima ocasión en los últimos siete años, el Presidente constitucional de un país latinoamericano fue obligado a interrumpir su mandato rompiéndose el orden constitucional.

Antes de que cayera Aristide, Abdala Bucaram de Ecuador, Raúl Cubas de Paraguay, Jamil Mahuad de Ecuador, Alberto Fujimori de Perú, Fernando de la Rúa de Argentina y el boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada también fueron destituidos de sus puestos. Todos ellos fueron acusados de corrupción e ineptitud y en la mayoría de los casos se podría decir que justamente todos dejaron el poder incapaces de resistir políticamente las violentas manifestaciones populares que, en muchos casos, fueron orquestadas por grupos de oposición al Gobierno. Sus remociones revelan la fragilidad de las instituciones latinoamericanas tanto como las flaquezas de su liderazgo.

Las circunstancias de la renuncia del Presidente haitiano, Jean Bertrand Aristide, no han sido aclaradas debidamente. Desde el exilio, Aristide ha dicho que fue secuestrado y presionado a renunciar por funcionarios estadounidenses. La Casa Blanca y el Departamento de Estado niegan la veracidad de las acusaciones.

Lo conveniente sería que el Congreso estadounidense investigara el asunto y estableciera puntualmente la secuencia de hechos que culminaron con el exilio de Aristide en un país de África Central.

Las interrogantes de este nuevo drama latinoamericano no se agotan ahí. Las preguntas que ha planteado el académico estadounidense Jeffrey Sachs, en un reciente escrito publicado en el Financial Times, son válidas y merecen respuestas. ¿Hubo nexos entre las agencias de inteligencia estadounidenses y los rebeldes anti Aristide? ¿Cuál fue el monto del financiamiento a la oposición hecho por instituciones y agencias de Gobierno estadounidenses? ¿Por qué razón, en cuestión de días, la Casa Blanca pasó del apoyo al plan preparado por los representantes de Caricom (que incluía la permanencia de Aristide como Presidente) a la línea dura que lo declaraba indeseable en la Presidencia? Las preguntas tienen validez porque hay antecedentes bien documentados de la profunda aversión a Aristide de grupos afines al Partido Republicano.

Es posible que el Presidente Bush haya decidido precipitar la salida de Aristide calculando que con su exilio terminaba la violencia y con ello se cerraba...

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