FRONTERA INVISIBLE / La farsa de Cain

AutorSergio Muñoz Bata

Poco le duró a Herman Cain su encumbramiento como aspirante a la candidatura republicana a la presidencia, el descenso de su popularidad augura que su liderazgo será fugaz.

Cuenta la historia bíblica que en un arrebato de celos porque Dios rechazaba su ofrenda y aceptaba en cambio la de su hermano Abel, Caín comete el primer asesinato de la historia. Siglos después, entre bromas y veras, Herman Cain, un hombre que antes de aspirar a la candidatura del Partido Republicano a la presidencia en 2012 era el vendedor en jefe de las pizzas "El Padrino", ha sugerido el asesinato masivo e indiscriminado de quienes se atrevan a cruzar ilegalmente la frontera sur de Estados Unidos.

La farsa del nuevo Cain empezó a mediados de año, durante una presentación en Iowa cuando el candidato le contó a su audiencia que durante su reciente viaje a China tuvo una idea brillante: "¿Si hemos podido mandar un hombre a la Luna," dijo Cain, "cómo es posible que no podamos construir una muralla semejante en nuestra frontera sur?" "Si ustedes me eligen Presidente", dijo Cain "les prometo construir una muralla más alta que la de China pero ¡electrificada!" y con letreros en español advirtiendo que la descarga eléctrica podría ser fatal. Por si las dudas, también propuso cavar un foso paralelo a la barrera y llenarlo de cocodrilos por si acaso alguien sobreviviera a la descarga eléctrica.

Entusiasmado por la respuesta delirante que sus propuestas provocaban en sus audiencias Cain siguió refinándolas y unas semanas después ya planteaba que como última línea de defensa, el Presidente Cain ordenaría el desplazamiento de pelotones de soldados armados con armas y balas "reales" a la frontera sur con la misión de defender el suelo patrio a sangre y fuego.

El tema de la defensa de la frontera no ha sido, por supuesto, el único disparate que el locuaz candidato ha planteado en los foros, debates y presentaciones en los que ha participado ante su base republicana. También propuso un disparatado plan de impuestos llamado el 9-9-9, aunque admitió, de entrada, que no podía dar detalles del plan porque a la propuesta le faltaba mucho trabajo.

Así las cosas, en cuestión de semanas, los errores de sus adversarios políticos así como su desparpajado estilo, su ramplonería y su falta de experiencia política empezaron a rendir frutos y de pronto Cain lideraba al espeluznantemente débil elenco de aspirantes a la candidatura republicana. Por lo menos, hasta que llegó el siguiente tropezón.

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