Fricasé / ¡Y por la espalda!

AutorEl Abogado del Pueblo

Tíldenos de anticuados si quiere, obsoletos incluso, pero no nos avergüenza decir que en la escuela a la que fuimos desde niños nos enseñaron que hasta los maleantes se apegaban a un código de conducta, "contimás" la gente decente.

Esta verdad que nos inculcaron parece ya no estar vigente, toda vez que está más allá de comprensión alguna el hecho de que se haya deteriorado nuestra antes pacífica convivencia, a tal grado, que los malhechores de hoy en día hasta a las mujeres asesinan... ¡y por la espalda!

No pudo haber estado más equivocado el reverendo Carlos Abascal -quien en sus ratos libres cuando no está pronunciando sermones onanísticos tiene bajo su encargo la seguridad interna de nuestro país desde la Secretaría de Gobernación- cuando afirmó -parafraseamos- que mientras las balaceras fueran entre narcos, no había nada de qué preocuparse.

Cosa más insensata no pudo haberse dicho, pues el estado de derecho es el estado de derecho, la PAZ PÚBLICA es la paz pública, y ambos deben ser respetados por TODOS, y resguardados a toda costa frente a quien sea.

No son pocas las necedades que se han pronunciado en este sexenio, pero de todas, ésta es una de las más aberrantes, sobre todo por venir de boca de quien es el responsable de la seguridad pública en México.

No eximimos para nada la poca o gran culpa que tengan los actuales gobiernos estatales o municipales de la inseguridad que se ha apoderado de nuestra comunidad.

Largo rato tenemos diciendo que el generalito ése que importó el Gobernador González para responsabilizarlo del orden público en Nuevo León es bastante ineficaz.

Por tanto, quién sabe cuántos asesinatos más tendrá que haber en la vía pública, incluso a lo mejor y hasta niños inocentes tienen que caer abatidos por las balas, no solamente mujeres, antes de que González reaccione y nombre a alguien capaz, conocido en el medio, confiable y voluntarioso, para responsabilizarse ante la ciudadanía de guardar y hacer guardar el orden público en la entidad.

Salta a la vista que los maleantes -presuntos narcotraficantes, por los antecedentes- no respetan ya a nadie ni a nada en Nuevo León (por supuesto que tampoco en ninguna parte de México).

Se burlan y mofan impunemente los delincuentes de nuestras policías, sus jefes, y pisotean nuestras leyes a sus anchas.

Salen y...

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