FRICASÉ / Peor el remedio

AutorEl Abogado del Pueblo

Estarán de acuerdo, amigos lectores, en que el surgimiento de grupos armados de "defensa ciudadana" está resultando un remedio peor que la enfermedad.

Cierto que son una respuesta desesperada a la falta de orden y creciente violencia, mas al mismo tiempo pueden -y seguramente algunos son ya- convertirse en escudo y pretexto para grupos de delincuentes.

Eventos recientes parecen demostrar que este fenómeno está rebasando ya la capacidad del Gobierno para contenerlo.

Se habrán enterado de recientes sucesos en los que:

  1. Una pareja de turistas fue baleada por uno de estos grupos armados y encapuchados porque no se detuvo en uno de sus "retenes".

  2. Otro grupo de encapuchados (a la usanza de estas organizaciones quesque de defensa) atacó sexualmente y VIOLÓ a siete turistas, seis de ellas españolas, en Acapulco.

Debe preocupar a nuestras autoridades, y mucho, que este tipo de hechos estén aconteciendo en nuestro territorio, por lo que es necesario abocarse a remediar este mal.

Tiene que interpretarse su surgimiento como una manifestación más de la violencia, de la misma violencia, ya que cualquier acción así está fuera de la ley, sea impulsada por el pretexto que sea o se esgrima como justificación, y por ello no debe permitirse su existencia.

Legítimamente es el Estado el único que posee el monopolio del uso de la fuerza y está dentro de un marco legal, de manera que el surgimiento de estos grupos armados -quesque ciudadanos- no es una buena noticia, ni puede tomarse como tal.

Aceptarlos es tanto como sancionar la ley de la selva.

No negamos que en nuestro País hay comunidades sin ley, desamparadas, en las que reina la anarquía y se cometen muchas atrocidades.

Mas la única respuesta aceptable contra este fenómeno violento es la restauración del imperio de la ley por parte del Gobierno.

No decimos que el actual Gobierno fomente o impulse la existencia de estos grupos de defensa ciudadana, pero sí parece que -cuando menos- los tolera, pues en las comunidades en las que han surgido (sobre todo en el sur del País) no han sido disueltos o conminados de manera tajante a que dejen las armas y se abstengan de usurpar las funciones del Estado.

Hay, en efecto, mucha desesperación genuina en demasiadas ciudades de nuestro País que han caído en la anarquía, pues sienten que si no son los ciudadanos mismos los que impongan el orden, nadie lo hará.

Mas la respuesta es demandar acción de las autoridades y no caer en las mismas prácticas de las...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR