FRICASÉ / Ni Dios lo quita

AutorEl Abogado del Pueblo

El espectacular golpe que dio la Marina a Alcoholes de Monterrey puso de manifiesto que además de los daños económicos causados por la corrupción-extorsión implementada por este departamento, queda configurado un grave riesgo a la SALUD de la población.

Nos referimos al proveniente de la ADULTERACIÓN de las bebidas alcohólicas que se expenden en Monterrey merced a un contubernio entre las autoridades municipales y la delincuencia.

Según la Cámara de Diputados, el 60 por ciento de las bebidas alcohólicas que se expenden en nuestro País están adulteradas.

Contienen, entre otras cosas, metanol, ácido nítrico o sulfúrico, así como sustancias tóxicas no aptas para el consumo humano.

Por esta razón propusieron nuestros legisladores incrementar las PENAS para quien adultere las bebidas alcohólicas.

Quienes a esto se dedican, incluso falsificando marbetes de Hacienda, etiquetas y toda la cosa, obtienen enormes ganancias.

A diferencia de otras personas, su humilde servilleta no está tan convencido de que el CESE de todo el departamento de Alcoholes ordenado por el Alcalde de Monterrey haya sido por convicción, sino porque no le quedó otro remedio.

Recordemos que el jefe detenido por los marinos ayudó en la campaña de Larry y fue nombrado por él, así como un buen número de los inspectores ahora cesados.

¿Qué hubiera sucedido si no interviene la Marina y pone a descubierto la CLOACA de corrupción-extorsión-adulteración?

¡Absolutamente nada!

Vivo como es y con aspiraciones gubernamentales, el Alcalde primero defendió a su departamento, pero cuando midió la reacción y lo que el golpe de la Marina puso en evidencia, no le quedó más remedio que aceptar.

El tiempo dirá si esta medida es más de lo mismo, o realmente un cambio, y esto se sabrá mucho antes de la próxima campaña electoral.

Dentro de la operación de estas redes criminales está la presión ejercida (extorsión) para que las bebidas alcohólicas que se venden en los tugurios/bares sean compradas forzosamente a los adulteradores.

Son dos brazos de una misma pinza: por un lado, los "inspectores" municipales que fomentan y/o toleran la proliferación del vicio, y por el otro, las redes criminales que se dedican a explotarlo.

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