FRICASÉ / El Abogado del Pueblo / Contagiado

Tan feo y contagioso como la "viruela del mono" es el virus del reyezuelo: éste convierte a una persona normal en una que se las da de reyecito y cree que puede hacer, u ordenar, lo que le venga en gana sin importar la ley o el buen Gobierno.

Este fenómeno lo habíamos avistado muy claramente a nivel federal, pero ahora también se comienza a apreciar -causando alarma y preocupación- en nuestro "Nuevo Nuevo León".

Aquí, el Gobernador Samuel Alejandro García ha adoptado desplantes de reyecito en los que demuestra una veta autoritaria que, de continuar manifestándose, generará una reacción de repudio en la población.

Esta comunidad, compuesta de enjundiosos y productivos ciudadanos libres, no tolera a los servidores públicos caprichudos y autoritarios.

¿Cómo es que se ha manifestado esta desconcertante tendencia hacia el DESACATO y la imposición por parte de García?

De dos maneras muy claras:

  1. - En el DESACATO REINCIDENTE y persistente por parte del Gobernador y su esposa "influencer" a las solicitudes repetidas por parte de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en el sentido de que se abstengan de usar a los niños de Capullos como juguetes personales, sustrayéndolos del lugar en numerosas ocasiones para emplearlos como "backdrop" (utilería) en sus promociones mediáticas y en redes sociales.

    Una y otra vez, Derechos Humanos les ha solicitado que se abstengan de extraer a los niños del entorno en el que viven, solicitud a la que no sólo hacen caso omiso el Gobernador y su señora, sino que en actitud DESAFIANTE y retadora, la realizan de la forma más escandalosa posible, pisoteando la labor para la que fue creada Derechos Humanos.

    El mensaje parece ser: "Yo soy el Gobernador y hago lo que me dé la gana: a mí nadie me ordena ni me dice qué hacer".

    Actitud no sólo rotundamente equivocada, sino antidemocrática a más no poder.

  2. - EXHIBIR su vocación tiránica en la violación cínica a las LEYES de nuestro Estado y del Servicio Público imponiendo su voluntad caprichosa por encima del DECORO que, como servidor público, esto es, al servicio del pueblo, debe observar en todo caso y en todo momento.

    Esto cuando por sus pistolas, y violando las reglas que rigen estos procedimientos, decide agregar unilateralmente personas y categorías inventadas al PREMIO estatal del Mérito Ciudadano.

    Debiendo ser DOCE las personas premiadas, cuyo mérito es decidido por un Comité de Selección dentro de categorías muy específicas, el Emperador Samuel I ordenó que fueran...

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