Freud y derrida: escritura en el aparato psiquico.

AutorMart

Resumen: Este texto es el resultado de un ejercicio crítico de lectura, de mi lectura de Derrida como lector de Freud. A partir del análisis que hace Derrida en su ensayo "Freud y la escena de la escritura", discuto la necesidad de radicalizar algunas de las consecuencias que se siguen de la analogía que Freud establece entre el aparato psíquico y cierta máquina de escritura. Uno de los fenómenos que se desprenden de pensar la psique como un texto es que el sujeto habita incesantemente en la tensión de un entre: entre la herencia y lo por venir. Este entre devela una temporalidad sui géneris donde los tiempos pasado, presente y futuro se mezclan y se funden.

Palabras clave: huella mnémica, facilitación, pizarra mágica, implosión temporal

Abstract: This essay is the result of a critical reading exercise, of my reading of Derrida as a reader of Freud. From Derrida's analysis in his text "Freud and the Scene of Writing", I argue the necessity of radicalizing some consequences that emerge from the analogy established by Freud between the psychic apparatus, and a certain writing machine. One of the phenomena that thinking the psyche as a text points to is that the subject relentlessly dwells in the tension of a between: between the inherited and what is to come. This between unveils a sui generis temporality where past, present and future mingle and fuse.

Key words: memory trace, breaching, mystic writing-pad, implosion of times

**********

Este texto es el resultado de un ejercicio de lectura, de mi lectura de Derrida como lector de Freud. (1) A partir del análisis que hace Derrida en su ensayo "Freud y la escena de la escritura", discuto la necesidad de radicalizar algunas de las consecuencias que se siguen de la analogía que Freud establece entre el aparato psíquico y cierta máquina de escritura. Se trata, entonces, de hacer una comparación crítica entre este modelo del aparato psíquico y aquello que Derrida describe como procesos de escritura. (2)

A lo largo de toda la obra de Freud, la psique (3) aparece como un aparato que, en cuanto tal, tiene dos características fundamentales: primero, se entiende mecánicamente y, segundo, es irreducible a cualquier órgano anatómico materialmente aprehensible. Esta concepción de la psique explica por qué Freud, desde muy temprano en su trabajo, buscó analogías con aparatos tecnológicos (cámaras fotográficas, telescopios y microscopios) para explicar el funcionamiento del aparato psíquico.

Pero el insistente uso de estas analogías no responde exclusivamente ni a una intención pedagógica ni a la necesidad de transmitir un saber todavía en formación, sino que revela también del diseño mecánico que el mismo Freud daba a un aparato que, podemos decir, era exclusivamente "producto de su imaginación". En 1900, en La interpretación de los sueños, Freud hace una petición manifiesta al lector de imaginar este aparato; dice: "Nos mantenemos en el terreno psicológico y sólo proponemos seguir esta sugerencia: imaginarnos el instrumento del que se valen las operaciones del alma como si fuera un microscopio compuesto, un aparato fotográfico, o algo semejante." (4)

Veinticinco años después de La interpretación de los sueños, Freud escribe un pequeño y curioso texto que titula Nota sobre la pizarra mágica. Lo extraordinario de este artículo es que trata de una comunicación a propósito del descubrimiento, en el mercado, de un juguete infantil: un bloc donde se traza con un buril sobre una superficie que posee la propiedad de borrarse repetidamente y, a la vez, de conservar de una ingeniosa manera lo borrado. Este artefacto se adecuaba perfectamente, según Freud, como una ilustración del aparato psíquico que, en esos momentos, le parece poder caracterizar como una suerte de máquina.

La pizarra mágica es un artefacto de escritura constituido por tres capas: la última es una capa de cera de color oscuro sobre un cartón, sobre ella hay una hoja encerada transparente y encima otra más de celuloide que sirve de protección al estrato medio para que no se rasgue. Las dos hojas están unidas sólo en su extremo superior pero pueden separarse entre ellas. Lo más interesante es que no es necesaria la tinta para escribir sobre este dispositivo, sino que se utiliza un punzón sobre la hoja de celuloide y las inscripciones quedan grabadas en la capa de cera. Cuando se traza sobre la de celuloide, la capa de papel encerado se adhiere a la cera y se percibe la impresión; pero cuando este contacto se rompe, la escritura desaparece. Así, la capacidad de recepción es ilimitada; pero también lo es la capacidad de archivación, pues, como describe Freud, la desaparición o borradura de lo escrito es tan sólo una ilusión. Si levantamos la lámina de celuloide y el papel encerado podemos ver cómo todo trazo ha quedado grabado en la capa de cera. No obstante, esta capa tiene un perímetro definido y una materia delimitada, así que cada trazo que se inscriba en la pizarra irá llenando el área y escribiendo encima de lo ya dibujado. Además, lo ya inscrito hará que las nuevas marcas tomen ciertos caminos, esto es, condicionará el nuevo trazo.

Todas las analogías anteriores a la pizarra mágica de 1925 toman artefactos diseñados para simular, suplir o exagerar el sentido de la vista: cámara fotográfica, telescopio o microscopio, y aunque en el Proyecto de psicología de 1895 se anuncia cierta escritura psíquica en el proceso de la ,s no es hasta la Nota sobre la pizarra mágica cuando Freud explícitamente utiliza un aparato de escritura como metáfora del aparato psíquico. Como dice Derrida, desde el Proyecto de psicología a la Nota sobre la pizarra mágica se pasa de "una problemática del abrirsepaso [o facilitación] hasta conformarse cada vez más en una metáfora de la huella escrita". (6)

Lo sorprendente del diseño de la pizarra mágica era que resolvía uno de los problemas más añejos y originales del pensamiento freudiano: la necesidad de un aparato psíquico que pudiera cumplir con dos funciones que aparentemente se excluyen a la vez: percepción y memoria. Todas las analogías tecnológicas anteriores a este artefacto de escritura resultaban insuficientes; había siempre restricciones, pues no había máquina que retuviera y permaneciera receptiva al mismo tiempo. O la máquina almacenaba con un límite, y entonces cuando éste era alcanzado ya no había espacio para nueva información, o había una admisión ilimitada, pero con la condición de no archivar. Dado que el aparato psíquico debe guardar huellas y al mismo tiempo permanecer virgen para las nuevas percepciones, cuando la pizarra mágica sale al mercado, Freud queda fascinado; por fin una máquina que, como el aparato psíquico, archiva y recibe infinitamente.

Con todos estos antecedentes, considero que la pregunta guía de este trabajo puede ser: ¿qué pasa con el psiquismo en general y con la memoria (7) en particular cuando el aparato psíquico se entiende como una máquina de escritura? A esta amplia y ambiciosa pregunta daré una respuesta circunscrita al problema que me parece central en esta discusión: la alterabilidad de la huella mnémica.

En su Nota sobre la pizarra mágica, Freud señala que el aparato psíquico "es ilimitadamente receptivo para percepciones siempre nuevas, y además [procura] huellas mnémicas duraderas--aunque no inalterabies". (8) Por alterabilidad de la huella mnémica se entiende la capacidad de modificarse y, por lo tanto, la posibilidad de retranscripción o reescritura en el aparato psíquico. El proceso de inscripción en este artefacto queda siempre abierto a una futura modificación, en espera de esta posibilidad; pero es también cierto que lo ya impreso, la memoria, se modifica con cada nueva recepción, esto es, la reescritura deja su propia marca.

La alterabilidad de la huella mnémica no apunta exclusivamente a la apertura a la modificación, sino también a un fenómeno clínico al que Freud llama retardamiento (Nachträglichkeit) o "con efecto retardado". Para el psicoanálisis, este fenómeno no se refiere únicamente a cómo los recuerdos producen efectos en el momento de su impresión y tiempo después, sino también a que la recuperación de la huella mnémica nunca es tal y como fue en su primera inscripción, pues viene siempre modificada por el simple paso del tiempo, por el nuevo contexto en el que se recupera, etc. En pocas palabras, dada la alterabilidad de la huella, toda recuperación la modifica. Desde un punto de vista psicoanalítico, los fenómenos psíquicos no se organizan de una manera inmediata; todo producto psíquico se ha formado a posteriori, es decir, está atravesado por una mediación, un rodeo o un desplazamiento. Entre otras cosas, esto también implica la posibilidad de un reordenamiento de los sucesos vividos o fantaseados y la constitución a posteriori de toda historia.

Pero, además, la huella mnémica no sólo se altera por las nuevas impresiones que se presentan "hoy", sino que también se modifica por aquello que podría venir y presentarse. El futuro, como aquello que está por venir pero que no...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR