Francisco Tario, genio marginal

AutorSilvia Isabel Gámez

Lo que mata al fantasma es el olvido, decía Francisco Tario. Algo que no debe preocuparle allá donde habita, pues su ser literario goza de cabal salud.

A la publicación de Universo Francisco Tario, una biografía creada con materiales procedentes del archivo del escritor, seguirá en 2015 la edición por el FCE de sus Obras completas, ambos proyectos a cargo de Alejandro Toledo.

"Para leer a Tario, para convivir con su figura, hay que creer un poco en los fantasmas", asegura el escritor y periodista, que ha llegado a sentir su espíritu rondar por su departamento.

Universo Francisco Tario (La Cabra Ediciones/Conaculta) reúne apuntes biográficos, análisis literario, fotografías y cartas. La correspondencia incluye tanto las cartas de amor que enviaba a su novia, Carmen Farell -con quien se casó en 1935 y tuvo dos hijos: Sergio y Julio-, como las que recibía de su hermano, el pintor Antonio Peláez.

Nacido en 1911 en la Ciudad de México, uno de los orígenes de su rareza, dice Toledo, es la tierra natal de su familia: Llanes, en Asturias. En ese lugar lluvioso, azotado por el Cantábrico y poblado por personajes de leyenda, se gestó su fascinación por el mundo de ultratumba.

"Nunca me contó por qué lo atraía. Pero a lo mejor algo le pasó", señala su hijo menor, el artista Julio Farell. "Yo mismo, cuando vivía en Londres en 1970, bailé con un fantasma".

Una mujer hermosa que nunca respondió a sus preguntas y que desapareció de la pista tan repentinamente como la encontró. Después supo que era aeromoza, y había muerto cuatro años antes.

Francisco Peláez adoptó la palabra purépecha Tario, que significa "lugar de ídolos", para firmar sus obras. Con La noche (1943) se convierte en precursor del género fantástico en México. En estos cuentos dota de alma a objetos y animales, lo mismo a un ataúd que a una gallina.

De un humor corrosivo, La noche determinó su condición de marginal en una época marcada por el realismo literario. "Se adelantó a muchos escritores", dice Julio.

Su obra antecede, agrega Toledo, a la de Julio Cortázar y Juan José Arreola, y falta aún determinar su posible influencia en los relatos fantásticos de Elena Garro y Octavio Paz -sus vecinos y amigos cuando vivía en la Condesa- y de Carlos Fuentes, quien, según Julio, llevaba sus primeros cuentos a Tario para que los revisara.

El padre del escritor, don José, heredó en vida a sus hijos tras vender la tienda de ultramarinos Casa Peláez, y Tario invirtió en Acapulco, donde era...

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