Francisco Moreno Sánchez / La prioridad en la medicina

AutorFrancisco Moreno Sánchez

Mi primer maestro y a quien dedico este artículo fue mi padre, uno de los mejores pediatras que he conocido. Siendo el primero de 5 hijos, acostumbraba a acompañar a mi papá los fines de semana a sus consultas domiciliarias. Recuerdo una tarde en la que tuvo 3 visitas, yo le cargaba el maletín y observaba mientras revisaba al pequeño enfermo, le pasaba el otoscopio, el estetoscopio, el recetario y me sentía como un asistente de medicina.

Ese día en particular la jornada fue larga, los dos primeros pacientes tenían un cuadro de infección intestinal, ambos entre 5 y 10 años que se quejaban de dolor en el abdomen, diarrea y vómito. Cuando llegamos a ver al tercer paciente yo estaba cansado, parecía la misma historia, "me duele la panza" decía la niña, le pasé el estetoscopio a mi papá y cuando estaba sacando el recetario, lo noté muy concentrado, percutía el abdomen y lo escuchaba, presionaba y soltaba mientras la niña se quejaba. Yo pensaba que ya hasta podría escribir la receta, era igual para mí que los otros dos niños. Yo tenía prisa, mi papá permanecía pensativo hasta que por fin se rompió el silencio, le pasé otra vez el recetario y lo tomó con las dos manos y recuerdo que dijo algo que no me hacía sentido: "parece una apendicitis, tenemos que llevarla al hospital".

En el camino yo estaba enojado, la jornada laboral se había prolongado al menos dos horas. Mi padre me conocía y me dijo "sabes que si nos equivocamos y la niña tiene apendicitis y le damos antibiótico, podría acabar con peritonitis e incluso morir". Sentí una enorme vergüenza, quería irme a casa y no había pensado que mi cansancio hubiera podido causar que esa niña perdiera la vida. "Siempre piensa en lo que puede ser el peor escenario, la vida de la persona está en tus decisiones", me dijo mi primer maestro.

Hace dos años, la salud del entero país se puso en manos de quienes se supone deberían de cuidar por la vida de los mexicanos. Nos enfrentábamos a una enfermedad desconocida, ya había causado miles de muertos en Asia y en Europa. La pandemia se minimizó, llegó a ser definida como una simple gripa, tampoco se equipó adecuadamente al personal de salud; se diseñó un modelo austero para no gastar en pruebas; se ampliaron camas hospitalarias, pero sin los recursos humanos y tecnológicos necesarios para sacar adelante a los enfermos que murieron sin recibir la atención que se requería.

La semana pasada llegamos a 300,000 fallecidos oficiales, no son cifras...

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