Francisco Moreno Sánchez / La plaga que no se ve

AutorFrancisco Moreno Sánchez

La peor plaga es la que busca culpables a sus propias calamidades.

Las enfermedades infecciosas han acompañado al ser humano a través de la historia, han sido y siguen siendo una de las principales causas por las cuales miles de millones de individuos han perdido la vida. Las infecciones aumentan cuando crece la población, cuando las condiciones de higiene son deficientes y en sitios donde predomina la pobreza.

Durante la pandemia por Covid-19 se agregó un factor más a la ecuación que parecía ya de por sí compleja, la comunicación. La dispersión del virus del SARS-CoV-2 ha sido de tal magnitud que, si consideramos que el paciente 0 ocurrió en el mes de noviembre del 2019, en 30 meses el número oficial de contagiados llegó a los 530 millones. El número real es desconocido, pero bien podría superar en 10 o 20 veces el oficial, por la simple razón de que la enfermedad es en muchos casos asintomática. Esto ha sido en gran parte por la capacidad que tiene el ser humano de viajar a cualquier otra parte del mundo en cuestión de horas.

7.3 mil millones de seres humanos, muchos de ellos aglomerados en ciudades donde la proporción de habitantes por kilómetro cuadrado alcanza los 17,000. Una enfermedad que se transmite por secreción respiratoria, esas gotitas a veces invisibles que salen de nuestra boca o nariz, cuando hablamos, reímos, cantamos, gritamos, estornudamos o tosemos eran el equivalente a chispas de un cerillo en un campo seco regado con petróleo.

Hasta esta pandemia nos hemos dado cuenta de la importancia de la higiene del aire que respiramos. En la epidemia del cólera en el Reino Unido, el Dr. John Snow se dio cuenta que el agua resultaba contaminada con desechos fecales y convenció al alcalde de Londres de que "detuviera la bomba" que provocaba que las aguas se mezclaran. Al realizar esta maniobra los casos de cólera disminuyeron. Ahora nos hemos percatado de la necesidad de tener un aire limpio con niveles bajos de dióxido de carbono (CO2), un gas que exhalamos al respirar. Mientras más CO2 exista en el aire, mayor la posibilidad de que existan agentes infecciosos como la Covid-19 en el ambiente. Una de las enseñanzas que dejara esta pandemia es la necesidad de mejorar la calidad del aire que respiramos, porque aun los edificios "inteligentes" tendrán que incluir filtros de alta eficiencia para mantener un ambiente más sano ante la presencia de espacios lujosos, pero cerrados.

La mortalidad en zonas donde la atención...

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