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Francisco Moreno Sánchez / El grito que no se oyó

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Vincent
AutorFrancisco Moreno Sánchez

El pasado 15 de septiembre se celebró, como cada año, el recuerdo del Grito de Independencia, sin lugar a dudas uno de los eventos históricos más importantes de nuestro país ya que marca el inicio de la lucha de independencia de nuestro México. Este año, y debido a las restricciones que se presentaron durante los años de pandemia que limitaron la afluencia a la fiesta, el Zócalo ante esa urgencia de regresar a una vida "normal" se llenó con la cifra histórica de 140,000 asistentes.

Con el presente texto no intento demeritar el significado de este día, sin lugar a dudas una de las fechas que nos y me enorgullecen como mexicano, pero sí quiero hacer una reflexión sobre el recuerdo de lo que se ha vivido en estos ya casi tres años. La historia nos invita a festejar los logros realizados, también debe de hacernos conscientes de las tragedias vividas y aprender de ellas para no volver a cometerlas.

El Zócalo se veía desbordado, difícil entender que podríamos tener 5 explanadas iguales, pero en lugar de personas festejando, sitios repletos de los fallecidos durante la pandemia por Covid-19: 700,000 mexicanos, 5 veces la cantidad de personas que se encontraban el día 15 festejando la libertad. Mexicanos que pudieron tener una oportunidad diferente ante una inexistente estrategia para cuidarlos.

La escolta que llevó la bandera de la salud durante la pandemia, este año, como en los últimos 4, no marcha, se arrastra; no llevan paso firme y sincronizado; lo hacen con desdén, sin energía y sin convicción. La bandera que portan se ha ido desvaneciendo, deshilachando, achicando. Es una bandera que debió ser blanca pero esta teñida de rojo. Cuyo escudo muestra solo la subordinación, la ambición personal y la avaricia. Esa escolta no debería de llevar una bandera y, si lo hiciera, al menos deberían de tener la dignidad de izarla a media asta.

El grito lo podrían dar los cientos de miles de familias que perdieron a un ser querido, algunas, no pocas, a más de uno. Niños que perdieron a uno de sus padres durante estos 30 meses. Somos el segundo país en orfandad por fallecidos por el virus que fue enfrentado con arrogancia, con estampitas religiosas...

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