Francisco Martín Moreno / ¿Votos o Botas?

AutorFrancisco Martín Moreno

Los comicios del 2024, los más importantes en la historia de México, a nivel federal, estatal y municipal en los poderes Ejecutivo y Legislativo, significan la dorada oportunidad de cancelar el catastrófico populismo y de extinguir el resurgimiento del militarismo. Insisto: en el 24 deberemos erradicar a dos de los principales enemigos de nuestro país: el populismo y el militarismo.

El actual secretario de la Defensa Nacional le profesa más lealtad a López Obrador que a la Patria, ya no digamos a la Constitución. El Ejército era, hasta antes de la llegada de la 4T, una institución digna de respeto, ajena a la corrupción, un motivo de orgullo de nuestra sociedad. Todo parece indicar que la mefítica putrefacción del actual gobierno también alcanza a nuestras Fuerzas Armadas, sí, pero la alta jerarquía militar, hoy retirada, siente gravemente dañada su imagen construida a lo largo de los años con arreglo a la admiración, a la eficacia y a la honradez. El Ejército no debe ser un recurso para hacer política ni para gobernar al ser una bomba de tiempo. Hace ya 83 años llegó al poder presidencial el último militar y, desde entonces, los mexicanos entendimos la importancia de que los soldados, de cualquier escalafón, permanezcan en los cuarteles o cumpliendo las tareas consignadas específicamente en nuestra Carta Magna.

En las Fuerzas Armadas no existe, ni podría existir, un principio de democracia. Se conducen a la voz de: ¡es una orden! El militarismo no admite debates legislativos ni desobediencia, la disciplina castrense no es aplicable en la convivencia social. La intolerancia política de AMLO se evidencia desde que éste insiste en subrayar la lealtad y el sometimiento incondicional de nuestras Fuerzas Armadas, tal y como desearía que el Congreso y la Corte también le guardaran lealtad y subordinación a sus instrucciones dictatoriales.

Un gobierno militarizado no le rinde cuentas a nadie y quien lo intente, como en Cuba, acabará recluido en un penal o como balsero en las aguas caribeñas. Aquí, en nuestro país, la opacidad se extiende como una metástasis maligna, ya no sólo porque se ha intentado destruir a cualquier costo al INAI, sino porque el destino del ahorro público se encuentra con el título de "reservado", inescrutable, hasta nuevo aviso...

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