Francisco Martín Moreno / Un sueño afgano

AutorFrancisco Martín Moreno

Después de investigar diversas fuentes periodísticas, de ver, aterrorizado, un buen número de videos y de escuchar de viva voz las trágicas versiones de diversas mujeres afganas en relación a las pesadillas padecidas en su país, un horror de extracción maligna solo comparable con lo descrito por Dante en alguno de los círculos del infierno, nunca supuse que un simple sueño pudiera reportarme alguna reconciliación por supuesto solo transitoria.

Al conocer con suficiente nivel de detalle las prohibiciones y los castigos impuestos por los talibanes a sus mujeres, me fue imposible no echar a andar mis mecanismos reactivos como novelista, con tal de entrar a su rescate en el contexto de las fantasías para sancionar a esa auténtica cáfila de salvajes incapaces de aceptar que hombres y mujeres deberíamos disfrutar en el mundo entero los mismos derechos, oportunidades y obligaciones.

¿Sí...? Solo que los talibanes, esos protervos sujetos con apariencia humana, prohíben a sus mujeres trabajar fuera del hogar, salvo el caso de doctoras y enfermeras que prestan sus servicios en algunos hospitales, a menos que estén acompañadas de un mahram (pariente masculino cercano). No pueden tratar con comerciantes masculinos ni ser atendidas por un médico varón, ni asistir a escuelas, universidades o cualquier otra institución educativa. Las que no lleven un velo largo (burka), que las cubra de la cabeza a pies, pueden recibir golpizas y abusos verbales o azotes en público si llegan a mostrar los tobillos. Las sanciones draconianas pueden llegar al extremo de la lapidación pública si son acusadas de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio o sufrir la mutilación de los dedos por usar cosméticos o pintarse las uñas. Se les tiene prohibido andar en bicicleta, hablar o estrechar la mano de hombres que no sean mahram o reír a carcajadas con extraños o usar zapatos de tacón que hagan ruido al caminar o viajar en taxi sin mahram o hablar en radio o aparecer en televisión o en reuniones públicas de cualquier tipo o practicar deportes o ingresar a un centro o club deportivo o usar ropa de colores brillantes o lavar ropa en ríos o en lugares públicos o aparecer en los balcones de sus apartamentos o casas o visitar baños públicos. Ellas están obligadas a pintar el vidrio de las ventanas de sus...

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