Francisco Javier González / Roscas que no saben mal

AutorFrancisco Javier González

Cuatro empates sin goles implican cuatro comidas sin postre, sin la cereza que endulza lo disfrutado.

Sin embargo, por lo menos algunos de ellos no son consecuencia de encuentros defensivos e infumables como lo sugiere tal falta de festejos y celebraciones. Fueron circunstanciales y deben ser analizados individualmente.

Así, encontramos que el León debió ponerse en ventaja sobre Cruz Azul porque en la primera parte lo sometió durante varios lapsos. Fue mejor en la primera mitad, lo desbordó, le arrebató el balón y dejó de hacer cosas en el complemento, con una reacción azul similar a la de la semana pasada frente a las Chivas: por alguna razón, La Máquina tiene mejores cierres que aperturas y ha sabido corregir su actitud, cambiando la pasividad por la acción. De cualquier manera, al equipo de Caixinha le falta que la mecanización, el juego colectivo y la contundencia le permitan sumar.

La falta de gol siempre se debe a razones colectivas pero también a una individual: Cruz Azul no tiene un goleador de doble dígito (de diez goles para arriba) desde que Mariano Pavone lo logró en el 2010. ¿Será el chileno Felipe Mora el ídolo prometido que emule a los Villa, Hermosillo y demás goleadores de cepa que pasaron por ahí?

Esperamos la respuesta.

En Ciudad Universitaria el gol también se quedó en la esquina. Ocasiones hubieron, entre ellas dos remates a los postes de a uno por lado. Si América inició a tambor batiente y Cecilio Domínguez fue el más peligroso de sus huestes, Nicolás Castillo lo fue del lado contrario y en...

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