Francisco Javier González / Misión cumplida

AutorFrancisco Javier González

En la Liguilla se produce siempre la última impresión y el sabor más fuerte que permanece en el paladar.

Las emociones de una serie que indudablemente se disfruta borran de la memoria con suma facilidad lo que ocurrió en el torneo regular. Aunque sea ahí, en las 17 jornadas, donde se establece igualdad de condiciones porque todos juegan el mismo número de partidos. Hay por lo tanto una consistencia para poder juzgar.

Habrá un campeón con su correspondiente vuelta olímpica, la celebración en la ciudad a que pertenezca y una contra portada que colocar en el hipotético libro de torneo. Pero también habrá un técnico al que reconocer por haber sido el mejor.

No necesariamente el entrenador campeón es por ese hecho el mejor. Aspira a serlo también aquel que haya hecho más con menos; el que haya sacado más jugo de donde aparentemente no lo había.

Tomás Boy puede distinguirse por las polémicas que entabló en el torneo. No fueron menos de cinco. Pero como no se está calificando a Mr. Simpatía, sino al técnico más eficiente, pocos argumentos pueden destronarlo.

En uno de sus peores momentos económicos, el Atlas se salvó con margen amplísimo del descenso y clasificó a la Liguilla. Ganó, gustó, sumó y revaluó tanto su franquicia como a varios de sus desahuciados futbolistas.

Como Lázaro, se levantaron jugadores de más de 30 años para no sólo andar, sino correr. El Jalisco se volvió a llenar, los Rojinegros dejaron de ser el equipo con mayor antigüedad de ausencia de los activos en Primera...

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