Francisco J. Guerra y Rullán / Agua para una Ciudad sedienta

AutorFrancisco J. Guerra y Rullán

La ebullición nacional por la transmisión del poder presidencial lleva a que los aspirantes abandonen sus posiciones para competir por el cobijo de su partido para alcanzar su mayor anhelo. Se paraliza la gestión pública, se distrae la atención del fracaso de la transformación y en la Ciudad de México se exaltan logros que ocultan problemas que no se afrontaron y siguen sin resolverse.

Pero las altas temperaturas en la Ciudad -efecto del cambio climático- y las imágenes de chilangos bañándose en las fuentes públicas nos recuerdan que el agua seguirá siendo el mayor reto en la Ciudad de México. Nada trascendente se ha hecho para resolver el abasto de agua, aún y cuando al despedir a la Jefa de Gobierno para competir por la Presidencia, se anuncia el aumento de 2 m3/seg en el suministro de los sistemas Lerma, Chalmita, Chiconautla, pozos públicos y privados.

Aumenta el abasto de agua a la Ciudad captándola de fuetes existentes, negando una visión regional del manejo del agua en la Cuenca de México; se asume que el recurso es ilimitado y se puede tomar el agua de donde sea posible, sin considerar sus ciclos y la renovación de acuíferos. Sí se invirtió en cosecha de lluvias, mas no en renovar la red de distribución, en el uso doméstico e industrial correctos y menos aún en el tratamiento de agua para reúso humano.

La buena noticia de los 2 m3 se desvanece al recordar que la Ciudad pierde el 40 por ciento del agua potable por fugas y que según Conagua, de 2019 a mayo de 2023, el abasto del Sistema Cutzamala se ha reducido 2,100 lts/seg. Incluso, en las últimas semanas el almacenamiento del Cutzamala descendió de 35.9 por ciento a 34.9 por ciento.

Agua es una variable que aparece en el diálogo entre vecinos cuando se observan nuevas construcciones, especialmente torres de departamentos, anticipando carencias. Se menciona en el Programa General de Ordenamiento Territorial (PGOT), sin articular su relevancia estratégica y operación como factor determinante al fijar los usos del suelo urbano y la ordenación futura de la Ciudad: interesa densificar y reservar territorio para la especulación inmobiliaria, mas no planear para sustentar la vida en la Ciudad.

En el PGOT se promueven reservas territoriales, aparentemente negociadas, que se ubican en barrancas del poniente de la Ciudad, entre Álvaro Obregón y Cuajimalpa, afectando la infiltración del agua y la recarga de acuíferos, así como en las zonas de conservación de Xochimilco, Tlalpan y Milpa Alta.

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