Francisco Navarrete/ De lo bueno poco, muy poco

AutorFrancisco Navarrete

Treinta y uno de diciembre. Un año más se esfuma y, con él, de nuevo, la posibilidad de que Guadalajara pase a ser algo más que una confederación urbana de rancherías, el tristemente célebre rancho grande, cuando menos en materia de espectáculos.

Por enésima vez, los artistas de talla internacional prefirieron escenarios del DF o Monterrey para relegar a "la segunda ciudad del país" a la categoría de "peor es nada".

Sin embargo, algo se pudo rescatar.

Lo bueno: Red Hot Chili Peppers, aún en buena forma. Korn, que al menos demuestra que adolescencia no equivale necesariamente a rendición idiota a la felicidad prefabricada de las "princesas del pop". La frescura de Taraf de Haïdouks.

Por su parte, la energía del senegalés Baaba Maal y la maestría del flamenco Tomatito, se impusieron como los dos conciertos más propositivos y ricos en matices de este año.

Steel Pulse, Burning Spear y lo que queda de los Wailers, que aún con cierto aroma a naftalina comprueban su oficio musical y el fuerte arraigo que el reggae tiene en la otrora gloriosa Guanatos: "capital del rock".

Lo malo: más de lo mismo. Cadillacs, Bunbury. Proyectos más bien caducos como The Cranberries. Sosos y predecibles, como Uff. El éxito de Luis Miguel con los boleros más gastados del repertorio nacional. La predecible oferta musical de la FIL, a cargo de la delegación "oficial" -y aquí el adjetivo no podría ser más preciso- de Cuba.

¿Lo feo? Este fue el año en que nos divertimos en peligro.

Por una sencilla razón esta ciudad no recibe más espectáculos de calidad: no nos los merecemos. No existe un foro adecuado para alojar más de 5 mil personas...

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