FRAGMENTO DE ALESSANDRO BARICCO.

A continuacion reproducimos el libro Novecento. Un monologo, del escritor italiano Alessandro Baricco. Texto autorizado por editorial Anagrama.

Novecento. Un monologo

Alessandro Baricco

Traduccion: Xavier Gonzalez Rovira

Escribi este texto para un actor, Eugenio Allegri, y un director, Gabriele Vacis. Con el montaron un espectaculo que se estreno en el festival de Asti en julio del presente ano. No se si esto es suficiente para decir que he escrito un texto teatral, pero lo dudo. Ahora que lo veo en forma de libro, me parece sobre todo un texto que se mantiene en vilo entre una autentica puesta en escena y un relato para leer en voz alta. No creo que exista un nombre para textos de esta clase. De todos modos, poco importa. A mi me parece una historia hermosa que valia la pena contar. Y me gusta pensar que alguien la leera.

  1. B.

Septiembre de 1994

Para Barbara

Siempre sucedia lo mismo: en un momento determinado, alguien levantaba la cabeza y la veia. Es algo dificil de comprender. Es decir Eramos mas de mil en aquel barco, entre ricachones de viaje, y emigrantes, y gente rara, y nosotros Y, sin embargo, siempre habia uno, uno solo, uno que era el primero en verla. A lo mejor estaba alli comiendo, o paseando simplemente en el puente, a lo mejor estaba alli colocandose bien los pantalones, levantaba la cabeza un instante, echaba un vistazo al mar y la veia. Entonces se quedaba como clavado en el lugar en que se encontraba, el corazon le estallaba en mil pedazos, y siempre, todas las malditas veces, lo juro, siempre, se volvia hacia nosotros, hacia el barco, hacia todos, y gritaba (suave y lentamente): America. Despues permanecia alli, inmovil, como si tuviera que salir en una fotografia, con cara de haber hecho a America el mismo. Por las tardes, despues de trabajar, y los domingos, se habia hecho ayudar por su cunado, un albanil, buena persona, al principio tenia pensado algo con aglo-merado, pero luego le fue cogiendo el tranquillo y se hizo las Americas

El primero en ver America. En cada barco hay uno. Y no hay que pensar que son cosas que ocurren por casualidad, no, y ni tan siquiera es cuestion de dioptrias: es el destino. Son gente que desde siempre tuvieron ese instante impreso en su vida. Y cuando eran ninos, podias miradas a los ojos y, si te fijabas bien, ya veias America preparada para saltar, para deslizarse por los nervios y la sangre y yo que se, hasta el cerebro y desde alli a la lengua, hasta dentro de aquel grito (gritando), AMERICA, ya estaba alli, en aquellos ojos, desde nino, toda entera, America.

Alli, esperando.

Esto me lo enseno Danny Boodmann T. D. Lemon Novecento, el pianista mas grande que ha tocado en el oceano. En los ojos de la gente puede verse lo que veran, no lo que han visto. Asi decia: lo que veran.

Yo he visto muchas Americas Seis anos en aquel barco, cinco, seis viajes al ano, de Euro-pa a America, y de vuelta, siempre en remojo en el oceano, cuando bajabas a tierra ni siquiera te veias capaz de mear derecho en el vater. El estaba quieto, pero tu, tu seguias balanceandote. Porque es posible bajarse de un barco, pero del oceano Cuando subi, tenia diecisiete anos. Y solo habia una cosa que me importara en la vida: tocar la trompeta. Asi que cuando me entere de la historia esa de que estaban buscando gente para el barco a vapor, el Virginian, que estaba en el puerto, me puse en la cola. La trompeta y yo. Enero de 1927. Ya tenemos musicos, dijo el tipo de la Compania. Lo se, y me puse a tocar. Se quedo alli mirandome fijamente sin mover ni un musculo. Espero a que acabara sin decir una palabra. Despues me pregunto:

A

A

Se le iluminaron los ojos.

A

Despues hizo algo raro con la boca, quizas era una sonrisa, tenia un diente de oro justo aqui mismo, tan en el centro que parecia que lo habia puesto en el escaparate para venderlo.

A

Ahi arriba queria decir en el barco. Y aquella especie de sonrisa queria decir que me habian contratado.

Tocabamos tres, cuatro veces al dia. Primero para los ricos de la clase de lujo, y luego para los de segunda, y de vez en cuando ibamos donde estaban aquellos pobres emigrantes y tocabamos para ellos, pero sin uniforme, tal como ibamos, y de vez en cuando tocaban ellos tambien con nosotros. Tocabamos porque el oceano es grande y da miedo, tocabamos para que la gente no notara el paso del tiempo, y se olvidara de donde estaba, y de quien era. Tocabamos para hacer que bailaran, porque si bailas no puedes morir, y te sientes Dios. Y tocabamos ragtime, porque es la musica con la que Dios baila cuando nadie lo ve.

Con la que Dios bailaria si fuera negro.

(El actor sale del escenario. Empieza una musica dixie, muy alegre y basicamente idiota. El actor reaparece en escena, elegantemente vestido de jazzman de navio. A partir de este momento se comporta como si la banda estuviera, fisicamente, sobre el escenario)

Ladies and Gentlemen, meine Damen und Herren, senoras y senores Mesdames et Mes-sieurs, bienvenidos a este barco, a esta ciudad flotante que se parece en todo y por todo al Tita-nic, calma, permanezcan sentados, el senor del fondo se ha tocado, lo he visto perfectamente, bienvenidos al oceano, por cierto, que hacen ustedes aqui, me apuesto lo que sea a que tenian a sus acreedores pisandoles los talones, llegan con unos treinta anos de retraso a la fiebre del oro, querian ver el barco y luego no se han dado cuenta de que habia partido, han salido un momento para comprar cigarrillos, en este mismo instante su esposa esta con la policia, diciendo que era un buen hombre, normalisimo, ni una pelea en treinta anos En fin, A?que demonios estan haciendo aqui, a trescientas millas de cualquier jodidisimo mundo y a dos minutos del proximo ataque de vomito? Pardon madame, bromeaba, fiese usted, en este barco se va como una bola sobre el billar del oceano, tac, solo faltan seis dias, dos horas y cuarenta y siete minutos y cloc, a la tronera, A!Nueva Yoooooork!

(La banda en primer plano)

No creo que haga falta explicarles como es este barco, en muchos sentidos un barco extraordinario y, en definitiva, unico. Al mando del capitan Smith, conocido claustrofobico y hombre de gran sabiduria (seguramente habran notado que vive en una lancha de salvamento), trabaja para todos ustedes un equipo practicamente unico de profesionales absolutamente fuera de lo comun: Paul Siezinskj, timonel, ex sacerdote polaco, medium, sanador, ciego, por desgracia Bill Joung, telegrafista, gran jugador de ajedrez, zurdo, tartamudo, el medico de a bordo, el doc. Klausermanspitzwegensdorfentag, como les urja llamarlo lo tienen claro, pero sobre todo:

Monsieur Pardin, el chef, directamente procedente de Paris, adonde, por otro lado, regreso de inmediato tras comprobar en persona la curiosa circunstancia de que este barco carece de cocinas, como ha podido notar sutilmente, entre otros, Monsieur Camembert, del camarote doce, que hoy se ha quejado al encontrar su lavabo lleno de mayonesa, cosa rara, porque normalmente en los lavabos metemos los embutidos, todo esto debido a la ausencia de cocinas, hecho que hay que atribuir, por otro lado, a la ausencia en esta nave de un autentico cocinero, como lo era sin duda Monsieur Pardin, quien regreso a Paris, de donde procedia directamente, con la ilusion de encontrar a bordo cocinas que, la verdad sea dicha y siendo fieles a los hechos, aqui no tenemos, y todo esto gracias al simpatico olvido del disenador de este barco, el insigne ingeniero Camilleri, anorexico de fama mundial, a quien ruego le dediquen su mas caluroso aplausoooooo

(Banda en primer plano)

Creanme, no encontraran ustedes barcos como este en ningun sitio: a lo mejor, si buscan durante anos, encontraran a un capitan claustrofobico, un timonel ciego, un telegrafista tartamudo, un doctor de nombre impronunciable, todos juntos en una misma nave, sin cocinas. Podria ser. Pero lo que nunca mas volvera a ocurrirles, de eso pueden estar seguros, es que se encuentren sentados con el culo sobre diez centimetros de butaca y centenares de metros de agua, en el corazon del oceano, teniendo ante los ojos el milagro, en las orejas la maravilla, y en los pies el ritmo y en el corazon el sonido de la unica, inimitable, infinita, A!A!A!A!A!ATLANTIC JAZZ BAAAAND!!!!!

(Banda en primer plano. El actor presenta a los musicos uno a uno. A cada nombre le sigue un breve solo)

Al clarinete, A!Sam A Washington!

Al banjo, A!Oscar Delaguerra!

A la trompeta, A!Tim Tooney!

Trombon, A!Jim Jim A Gallup!

A la guitarra, A!Samuel Hockins!

Y, finalmente, al piano, Danny Boodmann T. D. Lemon Novecento.

El mas grande.

(La musica se interrumpe bruscamente. El actor abandona el tono de presentador, y, hablando, se quita el uniforme de musico)

Lo era de verdad: el mas grande. Nosotros tocabamos musica, el era algo distinto. El tocaba Aquello no existia antes de que el lo tocara, A?de acuerdo?, no estaba en ningun sitio. Y cuando el se levantaba del piano, ya no estaba y ya no estaba para siempre Danny Boodmann T. D. Lemon Novecento. La ultima vez que lo vi estaba sentado sobre una bomba. En serio. Estaba sentado sobre una carga de dinamita asi de grande. Es una larga historia El decia: A

El si que tenia una buena historia El era su buena historia. Delirante, a decir verdad, pero hermosa y aquel dia, sentado sobre toda aquella dinamita, me la regalo. Porque yo fui su mejor amigo Y he hecho tonterias, y si me ponen boca abajo nada saldra de mis bolsillos, hasta la trompeta vendi, todo, pero aquella historia no, esa no la he perdido, todavia esta aqui, tan limpida e inexplicable como tan solo lo era la musica cuando, en mitad del oceano, la tocaba el piano magico de Danny Boodmann T. D. Lemon Novecento.

(El actor se va entre bastidores. Se escucha la banda hasta que finaliza. Cuando se apaga el ultimo acorde, el actor reaparece en el escenario)

Quien lo encontro fue un marinero que se llamaba Danny Boodmann. Se lo encontro una manana, cuando ya todos habian bajado, en Boston, lo encontro en una caja de carton...

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