Entre flores y cafetos
Autor | Fernando Toledo |
Enviado
TAPACHULA, Chiapas.- Al llegar al aeropuerto de esta Ciudad, el calor de casi 40 grados puede hasta provocar mareos en el viajero. Sin embargo, siguiendo estrátegicos letreros es posible llegar a una zona llena de cielos y montes azulados, deliciosos aromas y un toque alemán. Se trata de la Ruta del Café, quien la recorre se topa con fincas fundadas por alemanes, amplios cultivos de cafetales y muchas flores exóticas. Justo ahí se encuentra el Rancho San Francisco.
Donde reinan las flores
Es en este lugar donde un alemán, Rainer Boehmer, y una guatemalteca, quien responde al nombre de Ibbeth, se dedican en cuerpo y alma a cultivar gigantescas orquídeas, anturios exuberantes, helechos colgantes y llamativas aves del paraíso. La pareja de esposos también ha montado un pequeño hotel boutique en una de las colinas más altas, ahí ofrecen la mejor atención personalizada.
Para llegar al Rancho San Francisco, hay que seguir un camino salvaje y difícil. No obstante, los propietarios se ocupan de transportar a los visitantes en una camioneta de doble tracción. A tan sólo una hora y 20 minutos de Tapachula, los turistas empiezan a adentrarse en la Alemania chiapaneca al escuchar la historia de cuando Rainer llegó hace ya más de 30 años a la zona y conquistó la naturaleza cargando láminas y sacos de café hasta la parte más alta de las montañas.
También se enteran de cómo su esposa, quien fuera una alta funcionaria del Gobierno de Guatemala, dejó todo por el amor al "güero alemán" y ahora se dedica a ayudarle en la hermosa tarea de recolectar gigantescas flores que, empaquetadas, viajan hasta el Distrito Federal e incluso a Estados Unidos y son las mismas que adornan las más sofisticadas fiestas.
En el Rancho San Francisco, un hogar de madera en las montañas, sólo hay cuatro habitaciones, todas blancas, llenas de luz, con vistas espectaculares y siempre engalanadas con orquídeas y maderas de la región.
Edredones de pluma de ganso con ribetes de encaje y mullidas almohadas permiten al huésped disfrutar, desde el momento de despertarse, de vistas impresionantes en las que los pájaros surcan los cielos. Además, hay flores rojas y blancas, tempestuosos ríos y, allá, a lo lejos, el azul-verde del mar. No hay nada mejor que disfrutar de un chorro de agua caliente mientras se contemplan, por los grandes ventanales, árboles milenarios y montañas azules.
Experiencia gastronómica
Después de un vigoroso baño, la experiencia en la finca continúa con un...
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