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En flagrancia / Casi 18 mil presos/as a la calle

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Vincent
AutorGustavo Fondevila

Desde hoy y hasta fin de año, las autoridades capitalinas van a liberar a 17 mil 475 personas privadas de la libertad. Esto permitiría reducir bastante la población actual de los reclusorios de la ciudad de México (una disminución de 17.42% de la sobrepoblación). La liberación se va a lograr mediante un simple recurso: la revisión de expedientes de internos que cumplen con los requisitos para obtener su libertad (Cuarto Informe de Gobierno). Así de simple: son personas que probablemente ya deberían estar en la calles pero nadie -ni autoridades ni abogados defensores- se encargó de presentar los papeles. Ser pobre en la Ciudad de México es simplemente trágico.

EL NEGOCIO DE LOS ABOGADOS

¿Cómo se explica esta situación? Una pista: si a usted lo detienen y lo acusan de haber cometido un delito, uno de sus derechos básicos es saber si tiene derecho a acceder al beneficio de la libertad condicional durante el proceso judicial. Curiosamente, los abogados privados en la Ciudad informan sólo en 11.1% de los casos, y los defensores públicos en 15.3%. Según la encuesta de cárceles del PNUD (2014), son los porcentajes más bajos de la región (por ejemplo, Perú llega a 39.4% -privado y 27.2% -público).

Y estos números son consistentes con las solicitudes de libertad condicional: nuevamente la CDMX presenta números para el olvido. Solamente se pide la libertad condicional en el 13% de los casos (privado) y 14% (público). Un desastre. Porque no se trata de reincidentes, ni de delitos violentos, ni ningún otro motivo que impida otorgar la libertad condicional.

Aquí hay algo que nunca se dice: las cárceles están llenas de gente por responsabilidad de las autoridades, pero también de los abogados que prefieren que sus clientes sigan dentro.

Así como hay abogados que venden la libertad, hay otros que prefieren al cliente en prisión -sintiendo el calor de la justicia- y la familia afuera buscando dinero para pagar apelaciones y amparos inútiles.

Montañas de papeles caros que no logran nada, pero que generan ingresos a los profesionales que lucran con la ignorancia de sus clientes y la desesperación de las familias. Sobre todo, de gente pobre...

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