La minicrisis financiera: primera llamada

AutorHilario Barcelata Chávez
Páginas134-135
La Economía Mexicana. Crisis y reforma.
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Hilario Barcelata Chávez
134
ingreso inferior al salario mínimo, y otro 10% , apenas alcance de uno a un salario y
medio.
No es posible que la alimentación del país dependa cada vez mas de importaciones,
porque no somos capaces de producir siquiera lo que consumimos dentro del país. Si
México fue un día un gran exportador agrícola ¿por qué no ha podido recuperar esa
posición?
Pero, si en lugar de resolver estos problemas a través de medidas políticas concretas,
preferimos la apertura comercial como el medio para buscar la eficiencia del campo,
entonces estamos mal. La competencia internacional acabará con lo que aún sobrevive
de la agricultura nacional. Sobre todo, por las abismales diferencias que existen entre
las condiciones en que se da la producción en México y su socio comercial Estados
Unidos. No sólo en términos de eficiencia, sino también en cuanto a la fuerte política de
subsidios a las explotaciones que aplica el gobierno de Estados Unidos.
Lo que para otros sectores pude ser válido, no lo es, definitivamente, para el sector
agrícola. Más vale que lo veamos así para no condicionarnos a una brutal dependencia
agrícola.
En fin, que ahora es el momento de enfrentar con realismo el problema del campo.
Eficientizar, articular su desarrollo al resto de la economía, pero, sobre todo, no perder
de vista las obligaciones metas de justicia social.
LA MINICRISIS FINANCIERA: PRIMERA LLAMADA 1991
Las turbulencias transitorias que sufrió el sistema financiero nacional la semana
pasada, han puesto de manifiesto su amplia vulnerabilidad. Pero, sí al mismo tiempo,
evidencian lo frágil que sigue siendo la estabilidad de la economía toda. Los
movimientos del sistema financiero pueden llegar a provocar fuertes impactos en la
economía en su conjunto. La demanda excesiva de liquidez de la semana pasada
impulsó al alza una tasa de interés cuya magnitud pudo dar al traste a todos los logros
del programa de estabilización. El Banco de México pudo contrarrestar a tiempo los
efectos nocivos del fenómeno. Sin embargo, el hecho constituye un inevitable tema de
reflexión y habrá la oportunidad para poner a consideración algunos criterios que se
olvidan en el vendaval de la avalancha modernizadora.
Es necesario observar primero cuáles fueron las causas que provocaron los hechos de
la semana anterior. En primer lugar, la semana anterior y los días precedentes hubo
una fuerte demanda de dinero al menos por dos motivos: especulación y la compra de
los bancos. Veamos el primer factor: la demanda de liquidez por el factor especulación
ya había iniciado desde hace un buen tiempo motivado por una muy buena razón; la
tasa de interés para préstamos está por encima de las tasas para depósitos. Los
banqueros concedieron préstamos a diestra y siniestra para hacer negocio con los
diferenciales en las tasas de interés. El resultado fue un nivel de ganancias asombroso.
E implicó, también, un uso distinto al que debería tener el dinero de los bancos y el
dinero en general. Y de esta forma contribuyó a la desestabilización financiera.
El segundo factor referido a la amplia demanda de dinero para pagar la compra de los
bancos también desestabilizó el mercado financiero. Para la compra de Banamex
hubo de pagarse por adelantado 5 billones de pesos (según información consignada
por Proceso, No. 775/09.09.91).
El mercado monetario se secó. No había liquidez. Pero a ello hay que agregarle otro
factor. Por ley los bancos deben mantener el 30% de sus volúmenes de captación
como reserva en activos líquidos (Dinero en efectivo CETES generalmente). El

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