El Filósofo de Güémez / Resultados

Lo que a los mexicanos le interesa -al margen de un gobierno democrático y de la alternancia política- es un gobierno que enfrente los problemas del desempleo, la pobreza extrema, la economía y la inseguridad publica galopante, un gobierno que atento al rumor social escuche el clamor popular que manifiesta insatisfacción por la ausencia de respuestas, de hechos, de resultados.

En nuestra política hay de todo, desde aquellos proclives a la novedad, a los reflectores, los profetas del reformismo, los transitócatras o los que rayan en el extremo de quedarse en su ingenuidad política con meras ocurrencias.

El Estado Mexicano no empieza hoy, pues hay detrás de nuestros actuales políticos varias generaciones que lucharon arduamente por construir nuestra actual democracia.

En los tiempos del cambio, nunca llegó, tampoco llegaron los acuerdos, los consensos, las reformas estructurales; a los nuevos tiempos arribamos con mas de lo mismo: la confusión, las indecisiones, la impunidad, con dueños de la democracia -solo cuando ellos ganan hay tal- la atonía, la improvisación, la buena voluntad.

Requerimos una clase política con altura de miras, que dejen de ver por el retrovisor, porque nos anclaremos en el pasado, que miren hacia el futuro; que dejen de pensar en izquierdas, centros o derechas; porque decía Ortega y Gasset: Hablar de ello "...es una de las múltiples posibilidades que tiene el ser humano para colocarse en la posición de imbécil".

Este es el momento en el que irrumpamos con éxito en la globalidad, con una nueva clase política que consense, acuerde, que logre un balance entre las demandas sociales y la capacidad del estado mexicano para dar respuesta institucional a la ciudadanía.

Nuestras grandes reformas sólo se pueden dar desde el Congreso, un poder legislativo que se inaugura cada tres años, convirtiéndose en la escuela de capacitación política más cara e ineficiente del país.

Los problemas nacionales exigen a nuestros legisladores no permanecer impávidos, hacer a un lado la partidocracia -con partidos con mucha fuerza, pero poca representatividad- interpretar nuestra realidad...

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