El filósofo del martillo

AutorNéstor A. Braunstein

Nietzsche filosofaba con un martillo metafórico, con golpes secos y demoledores. Una de sus obras crepusculares es, precisamente, El crepúsculo de los ídolos o Cómo filosofar con un martillo. El no podrá rehusarse a que nos apropiemos de su subtítulo para abordar en una perspectiva filosófica y psicoanalítica la escultura de Eduardo Chillida, portentoso forjador de figuras en una vasta variedad de materiales entre los cuales vemos, en lugar privilegiado, al hierro, con el cual se permitió elogiar al horizonte y peinar al viento.

Chillida usa un martillo real, un hierro duro y caníbal, que golpea, devora y transforma a otro hierro ablandado por el fuego, templado por el agua, listo para ser oxidado por el aire. Ya antes que él otro artista había trabajado con una suerte de martillo. Si bien es incorrecto traducir de modo literal Hammerklavier como teclado de martillo y apodar así a la sonata op. 106 de Beethoven, no es menos cierto que todos los teclados que ponen en movimiento a cuerdas que al vibrar emiten sonidos son "martillos", y el sordo de Bonn, apabullando en la op. 106 y hechizando en la op. 111, mostró que era posible filosofar con martillazos digitales. No anduvo lejos de eso el propio Chillida cuando inventó en granito, por medio de cortes sutiles que introducían el vacío en la piedra, una especie de órgano que llamó Instrumento para Juan Sebastián Bach. La música nace del martillo cuando éste se une al canto. ¡Qué variedad de músicas desprenden cuando son golpeados el hierro, la piedra, la madera, el alabastro, el mármol, los materiales todos en los que se ha esculpido! Con una diferencia, notable, la del barro, que se presta más a la caricia que al golpe, que teme al golpe destructor a diferencia del metal que llama y desafía a la mano prolongada por el martillo. Quizás por eso hay más alfareras, celosas o no, que escultoras. Quizás convendría agregar la pareja del martillo y el yunque a las del mazo y el gong, de la torre y el aljibe, de la i y la o, propuestas por Octavio Paz, en su "Custodia". Entre yunque y martillo surge la obra, hija tanto del uno como del otro, de la fuerza y de la resistencia, de la potencia del mazo y del aguante de ese yunque capaz y hasta feliz de sobrevivir a tantos martillos rotos.

El martillo, animado por la mano, al servicio de un proyecto, da forma a la metálica materia, introduce al espíritu en ella, la separa de la naturaleza y la hace servir a los fines de la cultura. Actúa por la sucesión de...

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