Fernando Padilla Gutiérrez Hermosillo / La tinta roja

AutorFernando Padilla Gutiérrez Hermosillo

Un viejo chiste comunista: Un hombre del este de Alemania fue enviado a trabajar a Siberia. Consciente de que sus cartas serían examinadas por las autoridades, ideó un código con sus amigos: todo lo escrito con tinta azul sería verdadero, mientras que lo escrito en tinta roja sería falso. Después de un mes, sus amigos recibieron la primera carta, completamente en azul, leía: aquí todo es maravilloso, las tiendas están llenas de exquisita comida, los cines proyectan excelentes películas y los apartamentos son lujosos. Lo único que no puedo comprar es tinta roja.

El profesor americano-alemán Yascha Mounk, de la escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins, desde hace tiempo lleva prendiendo la alarma sobre la preocupante tendencia de declive de las democracias. Hace seis años, durante una charla TED, expuso esta tendencia basándose en observaciones de la creciente popularidad de actores políticos de esos tiempos, como Marine Le Pen en Francia, Donald Trump en Estados Unidos y Nigel Farage y Boris Johnson en el Reino Unido. Estos líderes representaban narrativas populistas que parecían desestimar las normas y reglas de las democracias liberales. Mounk, como politólogo, no fue sorprendido por estos eventos, ya que había observado una actitud cada vez más negativa hacia la democracia entre los ciudadanos de dichos países. Por ejemplo, en EU, mientras dos tercios de personas nacidas en la década de 1930 consideran como muy importante vivir dentro de una democracia, solo un tercio de los millennials lo considera así.

A esto él le encuentra tres causas; primero, una falta de identidad de los países con sus ciudadanos; segundo, una disminución generacional en el estándar de vida, es decir, el ciudadano vive peor que sus papás; y por último, el rol de las polarizantes redes sociales en la discusión política.

A este declive, Mounk le encuentra cuatro soluciones. La primera es la útil herramienta de la protesta, invita a no subestimar tomar las calles. La segunda es la invitación a que los ciudadanos, especialmente los jóvenes, nos metamos al ojo del huracán: los partidos políticos, porque el cambio necesita...

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