Fernando de Ita / Teatro y realidad

AutorFernando de Ita

El viernes se abrió en Tijuana la Muestra Nacional de Teatro (MNT) número 25. En estos cinco lustros, el país ha cambiado más que su teatro; de manera que ahora la tragicomedia mexicana no ocurre en los escenarios teatrales, sino en los foros públicos. Ni los cómicos de la edad de oro de nuestro teatro podrían superar la farsa, la comedia, el sainete, la patraña que ofrece todos los días la clase política del País en vivo y en directo. Cuando la realidad imita al teatro, son malos tiempos para el teatro.

En 1978, el poder presidencial estaba intacto, y el Instituto Nacional de Bellas Artes era el brazo cultural del poder Ejecutivo. Desde la dirección de este organismo, Juan José Bremer impulsaba la descentralización cultural, y Víctor Sandoval cumplía con esta tarea magistralmente. La Dirección de Teatro, a cargo de José Solé, tenía aún el departamento de "teatro foráneo", como se le llamaba entonces a lo que se hacía fuera de la Ciudad de México.

En los estados aún no comenzaba la revolución semántica que transformó el teatro foráneo en "teatro regional", de manera que los comediantes de provincia recibieron gustosos la oportunidad de mostrar sus obras en la capital del país. Como ni la prensa ni el público mostraron el menor interés en sus obras, las muestras comenzaron a realizarse en diversas entidades de la República, con el apoyo de Cigarrera la Moderna.

No voy a referirme a los años más febriles y productivos de la MNT, porque es más urgente desentrañar las causas que han provocado un efecto desolador en los cuatro puntos cardinales del teatro nacional.

En los últimos años, la llamada dirección artística de la Muestra, encargada de seleccionar las obras para el festejo, ha sufrido severas crisis nerviosas ante la ausencia de un teatro digno de tal nombre. Los integrantes de dicha dirección han cambiado, pero la impersonalidad de nuestro teatro, en lugar de mejorar, se ahonda.

En estos 25 años los apoyos a la producción escénica han aumentado significativamente: hay muchas más opciones de formación, más teatros, también hay más gente dedicada al teatro; sin embargo, no tenemos un mejor teatro, tampoco tenemos más público para él. En los estados, una temporada de danza no pasa de seis funciones, y una de teatro de ocho.

Como el Estado...

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